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Cuidados en la alimentación de las vacas en transición

La etapa de transición, es el período más crítico de una vaca lechera, y comprende desde 21 días antes del parto hasta 21 días postparto.

Según un artículo publicado en el portal actualidadganadera.com en este período ocurren cambios hormonales, fisiológicos, metabólicos y nutricionales, y si no se manejan adecuadamente se incrementan las posibilidades de tener desórdenes después del parto.

En el caso de los metabólicos hay riesgo de cetosis, hígado graso y edema de ubre; en cuanto a los nutricionales, hipocalcemia e hipomagnesemia; respecto a los alimenticios están acidosis ruminal, laminitis y desplazamiento de abomaso. (Lea: Transición de la vaca, periodo crítico antes y después del parto)

También se presentan riesgos a nivel sanitario asociados con mastitis, metritis y abscesos hepáticos; y adicionalmente se puede registrar baja producción de leche y relación grasa-proteína invertida.

Estos desórdenes afectan la rentabilidad del hato lechero, que pueden llevar al fracaso en la siguiente lactación, de acuerdo con la nota.

Según el artículo algunos autores han determinado que los períodos de transición deficientes resultan en pérdidas de 4,5 a 9 litros de leche en el pico de producción, lo que representa de 900 a 1,800 litros de producción de leche en toda la lactancia.

Por lo tanto, se hace necesario implementar buenas prácticas en el manejo alimenticio de la vaca en transición, con el objetivo de minimizar los problemas de salud y optimizar la productividad/rentabilidad durante el resto de su lactancia.

Para tener éxito en la implementación de las buenas prácticas se deben entender las modificaciones hormonales, fisiológicas, metabólicas, ruminales e inmunodepresivas que sufre la vaca en este período.

A medida que se acerca el parto, la concentración plasmática de progesterona en la sangre disminuye y la del estradiol aumenta. A este cambio se le atribuye gran parte de la disminución del consumo de la materia seca (CMS) alrededor del parto que es de 5 % por semana (comparado con la etapa de seca) en las tres últimas semanas antes del parto y de 30 % en los últimos tres a cinco días antes de la parición

Adicionalmente, las demandas para el crecimiento del feto y la placenta están al máximo, sumado a que los requerimientos de energía, aminoácidos y ácidos grasos de la glándula mamaria crecen exponencialmente para la producción de calostro y, posteriormente, leche. Esta diferencia entre lo consumido y lo requerido determina un balance energético negativo (BEN) que se prolonga durante las primeras semanas de lactancia.

Frente a esto se plantean algunas prácticas para el manejo alimenticio como reducir al mínimo, durante el preparto, la caída inevitable en el consumo de materia seca, al igual que la incidencia de los desórdenes metabólicos, nutricionales y alimenticio en postparto.

En el postparto maximizar el consumo de alimento lo más pronto posible.

En ambas fases es primordial separar a los animales según sean primerizas o multíparas, para evitar competencia en el comedero. Con el fin de otorgar un confort a las vacas (área de descanso y alimentación), el corral debe llenarse sólo hasta un 80% de su capacidad.

Garantizar un espacio mínimo de 60 y 75cm/vaca en el comedero para preparto y postparto, respectivamente. Los comederos deben estar bajo sombra.

Suministrar agua fresca y salubre. Existe evidencia que en preparto las vacas requieren entre 50-60 litros y en postparto entre 80-100 litros de agua. Sin embargo, en épocas de estrés calórico, este requerimiento se incrementa en más del 50 %.

La ración de preparto debe contener los mismos ingredientes y ser de la misma presentación que la ración postparto para evitar el rechazo en el consumo y lograr el acostumbramiento de la flora ruminal. La ración de postparto debe repartirse al menos tres veces al día para estimular el consumo y debe incluir insumos palatables.

Asegurar que las vacas consuman la ración formulada en el comedero, para ello se debe evaluar semanalmente el método de nutrición bovina (TMR) como es el caso de la distribución del tamaño de partículas y la homogeneidad de mezclado.

El consumo de materia seca en preparto es alrededor de 11 kg y en postparto 16 kg. Para monitorear el consumo, se debe pesar el alimento entregado y el residuo diariamente por corral, y ajustar de ser necesario. Se sugiere, mantener un residual en el comedero entre 5 y 7 % en preparto y un mínimo de 7 % en postparto.

La fuente de fibra debe ser de calidad, por ejemplo silo de maíz y/o heno de
alfalfa, con una participación entre el 65 a 70 % y de 40 a 50 % en la ración total de preparto y postparto, respectivamente.

Además, se debe garantizar el aporte de fibra efectiva con un adecuado tamaño de corte del forraje, se sugiere entre 2 a 4 centímetros para chala de maíz y entre 5 a 6 de heno de alfalfa.

Mantener un contenido de MS de la ración entre 45 y 55 %, reduce la selección de ingredientes en el comedero y asegura que las vacas consuman los nutrientes necesarios. Para esto, se sugiere medir frecuentemente el contenido de materia seca de los forrajes utilizando un horno microondas o el Koster.

También hay que asegurar la inclusión de aditivos necesarios en la vaca pre y postparto que ayudarán a disminuir los desórdenes metabólicos y nutricionales. contextoganadero / fedegan

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