Pájaros vuelan ligeros por aquí y por allá

Escrito por Yarime Lobo Baute @YarimeLobo

Preocupaciones vienen y van en la vida de cada cual, ¿qué comerás y habrás de beber en los siguientes días?, has pensado en los años que te sumas o restas cada 365 días sin cesar?, ¿el desgaste inexorable de los miembros de ese cuerpo en el que mora tu espíritu?, ¿con qué te vestirás? ¿De dónde solventarás esto por aquí y por allá?, en todo eso pensaba este día sabatino y el cuestionamiento aparece : ¿Es acaso esto el sentido de la vida? ¿A esto venimos a este mundo?… ¿Acaso no es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa que nos ponemos?

Observaba las aves que vuelan libres por el infinito cielo, incluso aquellas que nuestra naturaleza humana nos lleva a creer que podemos tener como mascotas, en una de mis visitas por los preciosos y mágicos corregimientos de nuestro Valle del Cacique Upar pude compartir con una mascota ave, esa que llaman “carita sucia”, la cargaba en su hombro un aldeano, quien amablemente me la mostró, compartí aquellos instantes con aquella periquita posada en mi hombro y pensaba en el sentido de su existencia en este mundo: no siembra, ni siega, ni recoge en graneros, y sin embargo, el infinito Universo en su AMOR ETERNO la alimenta.

Hoy pensaba y las pintaba a ellas: Preciosas aves, recordaba al hacerlo aquella ave domesticada que no por ello deja de ser UN AVE,

¿Somos nosotros de mucho más valor que ellas?

¿Y quién de nosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?…

Con nada vinimos y con nada nos iremos, ¿qué sentido tiene entonces nuestras preocupaciones y deseos de total control sobre todas las variables y matices que nos presenta la vida?

¿Es acaso la vida un control o un vivir placido y agradecido?…

Cuántas horas preciosas nos arrebatan aquellas preocupaciones y entonces, en medio del pensar llega ella, un ave aleteando cual duendecilla pequeña y se posa sobre mi hombro, me impacta el matiz de su forma y la tonalidad de su canto, se me parece tanto a Lola, aquella que llamaron Lolita y escribía a Diario el acontecer vallenato.

Tomo mi pincel para seguir y sarpo sobre el papel acuarela a costa de Lolita, aletea ella campante y se posa ahora sobre la punta de mi pincel y me susurra jocosa su expresión de los días en que su voz fuera audible para propios y extraños, me dice: “Sé cómo el ave, ve SU-AVE” y complementa “no olvides que aunque se nos quiere domesticados y como las gaviotas: batallando a diario por el sustento, acogete al espíritu de Juan Salvador, nos viene por defecto en nuestro empaque interior”.

¡Ombeeee! Mucho encuentro bueno, a la final tiene su razón y sentido eso de estar entre las gaviotas pero sin perder la perspectiva del ave individual, esa que como águila solitaria permitirá hallar el camino en el que se encuentra el sentido y razón que nos hace más que gaviotas y nos permite convertirnos por fin en esas AVES QUE SURCAN LOS CIELOS en un vuelo majestuoso e infinito donde se despliegan libres y felices todos nuestros talentos y virtudes hecho plumas ligeras al encuentro de la luz que sobre pasa todo entendimiento.

Surcan los sueños hecho ave todo este vasto mundo del cual partiremos uno de estos días en un vuelo hacia el infinito y llegáramos allá donde llaman Eterno y una vocecita nos susurrará plácida y amorosa: ¿Qué hiciste allá? ¿Qué hiciste con aquellos dones y talentos que te di?… A lo qué le responderé: Esperate ahí “Cogela SU-AVE” y recuestate en la hamaca porque el cuento es sustancioso y huele mucho a café