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Caja de Poemas

Un Viejo Llamado Emiliano

Juglares Espantos y Aparatos

Escrito por @drjimenez1a

A Emiliano se le puso la piel de gallina, sintió terror y despacio sacó la estampa de la Virgen del Pilar con la que Sara Maria Salas le daba la bendición cada vez que salia de viaje. Murmuraba, solo murmuraba palabras. Trataba de recordar las oraciones que había aprendido, pero no salia el más mínimo sonido de su garganta. Le habían contado que si se rezaba muchas veces, el mal se alejaría. ¿Cómo era que Jesús Ustariz decía que se alejaban estas vainas en sus cuentos? Se preguntaba, pero no lograba recordarlo. Cuando ya la oscuridad era absoluta solo sentia la vaina y el olor fétido que rodeaba el ambiente,  pero no podía moverse y se paralizó por completo. Un susurro le confundia: no distinguía si era la brisa o el espanto quien lo causaba. Asustado, lo primero que se le ocurrió fue correr, pero el cuerpo no le hacía caso. ¿Qué vaina era esta? Hacía un calor infernal, sudaba mucho y era el miedo, porque en la serranía de noche refresca bastante y a veces el frío arruga los huesos. Emiliano no pensaba con claridad: parecía una de esas pesadillas que siempre tuvo de niño, en donde sentía que caminanado del Plan  hasta  San Jose de Oriente una enorme mariposa negra se le atravesaba en el camino y en las alas aparecían dibujados dos mulos machos albinos. Estos daban la impresión de cabalgar, pero las mismas alas agitadas producían una ventisca que levantaba la frágil arena y esta le molestaba en los ojos y   impedía ver los confusos rasgos donde dos enormes astas sobresalían radiantes.  Semejante a un gran murciélago, la enorme mariposa desaparecia cada vez que Emiliano despertaba al escuchar los gritos de Sara Maria, que lo llamaba cerca de las tres  de la mañana para que ayudara a llenar los mechones de mierda seca de vaca y ACPM. las hojas del tananeo permanecían inmóviles. No hacía brisa y sobre el árbol un buho chucheaba. Esto producia más temor en Emiliano, quien ya de por si moria de miedo. Lo único que se le ocurrió fue encoger su delgado cuerpo, esconder su cabeza entre las rodillas y esperar lo que Dios quisiera. El tiempo se detuvo o esa impresión le dio hasta que a menos de dos leguas se escuchó el llanto de las tórtolas, lo que significaba un mal agüero. Así lo aseguraba otro cuentero del Plan, Jacinto Salas,  aunque a veces solo anunciaban la llegada del nuevo dia. Esto le dio una esperanza a Emiliano quien,  apenas amaneció, ensilló el mulo y recogió la mochila y el sombrero, pero el acordeon no apareció. No se podía ir hasta que apareciera, porque ¿cómo le explicaba a su tio Fransisco que su nuevo instrumento había desaparecido asi de repente después de una infernal noche en la serranía? Nadie le iba a creer semejante vaina.

@drjimenez1a.”.
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