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Una celebración de tránsitos y encuentros

El desarrollo del jazz en Colombia ha sido una ventana de exploración y reconocimiento de diversas tradiciones. Particularmente en las nuevas generaciones de músicos colombianos, ha crecido con gran fuerza un proceso de apropiación y revalorización cultural que desemboca, desde el amplio mundo del jazz, en proyectos artísticos de una impresionante calidad técnica acompañada por una renovadora búsqueda de trascendencia estética. El concierto ofrecido por el ensamble Guaita el pasado jueves 4 de agosto en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango resuena gratamente con esta reflexión; fue una experiencia llena de muchas impresiones, varias de ellas muy positivas y enmarcadas por un inspirador sentimiento de aprecio profesional.

La propuesta de Guaita se describe por sus propios integrantes como ‘jazz de raíz’; diferentes influencias del jazz y del rock entran en comunión con diversas raíces de la música colombiana, así como también incluyen incursiones en otras tradiciones como por ejemplo la música de la India. Esta amalgama de influencias musicales desemboca en una propuesta de gran riqueza sonora, y a los instrumentos tradicionales del trío de jazz –guitarra, bajo y batería– se suma una diáspora de exploraciones tímbricas desde diversos instrumentos de viento como la flauta de carrizo, la gaita, la quena, la flauta traversa y el didgeridú (propio de la música ancestral australiana), así como también recurren a una exuberante variedad de instrumentos rítmicos.

El concierto inició con la entrada gradual de los músicos al escenario; a medida que cada integrante del cuarteto saludaba a la audiencia desde sus instrumentos se generó una exploración nebulosa de sonidos que progresivamente fueron cristalizándose en ideas concretas hasta desembocar en Medianoche: la primera composición del programa. Cada obra del concierto estaba ligada a una anécdota que algún miembro del ensamble compartía con la audiencia; esta primera obra, así como representó el inicio del concierto también correspondía a las memorias en torno al momento de creación del grupo, cuando de manera bastante casual una sesión de grabación fue el punto de encuentro para una sinergia que ahora celebraba con el público un producto artístico lleno de posibilidades.

Si bien las notas al programa escritas por Luis Daniel Vega también cubrían varios elementos anecdóticos respecto a la gestación de cada una de las obras, proporcionaba otros elementos más detallados respecto a la construcción interna de cada composición. Sin embargo, el orden propuesto en estas notas al programa fue cambiado durante el concierto por los artistas; por esta razón sus frecuentes interlocuciones para introducir o comentar cada obra fueron bastante útiles para ubicar a la audiencia, al tiempo que permitían generar vínculos con aquella información que proporcionaban las notas. De manera particular parecería que audiencia y artistas compartían memorias que habían leído o comentado en otros momentos y que cobraban nuevamente vida, ahora a través de una interesante propuesta sonora.

El concierto continuó avanzando a través de esta exploración de sonoridades y estilos. En obras como Vuelo Río Molino, Guaita llevó a la audiencia por un tránsito desde tradiciones entintadas con melancolía y lirismo hasta desembocar en extremos climáticos. A manera de intermedio, el ensamble presentó su rendición de Alabama de John Coltrane; a partir de esta idea germinal se generó una recomposición del material ya no sobre los textos de Martin Luther King, sino sobre los textos de José Rengifo, los cuales fueron declamados por David Jaramillo. En su breve introducción a la obra, el mismo Jaramillo, explicaba cómo desde la propuesta de Guaita, la música también funciona como un vehículo de sanación; en Alabama se propuso una aproximación llena de raíces colombianas desde las cuales vibraba en sincronía con las emociones de muchísimas otras culturas que a través de los años han sido azotadas por la violencia y la desigualdad. Fue en realidad una interpretación de gran profundidad expresiva.

A medida que continuó el concierto, otras composiciones mantuvieron un balance entre la exploración de la tradición musical, la búsqueda de diversas combinaciones tímbricas y la generación de momentos de desafuero expresivo. Indudablemente, los miembros del cuarteto han logrado desarrollar un sofisticado método de comunicación interna, permitiéndose llegar a momentos de gran libertad musical encausados desde la constante conexión y complicidad sobre el escenario.

En términos generales fue un concierto bastante emocionante y lleno de decisiones artísticas geniales. Con seguridad, Guaita seguirá gestando muchos momentos de conexión con el público; asimismo, su puesta en escena podrá seguir madurando y mejorando. El ensamble está lleno de posibilidades creativas, y progresivamente logrará generar una puesta en escena más fluida y madura que resonará con la sofisticación musical que han logrado desarrollar en su proyecto.

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