A 32.000 pies de altura

Escrito por Enrique De Luque Palencia @luquepal

Extasiado en el tapete blanco de la inmensidad, levitaba sin control mi existencia. Remembranzas de mis hazañas amorosas retozaban en el mar de nubes, formando figuras imaginarias, hasta que apareciste tú, con tu turbulencia habitual que pone en riesgo mi tranquilidad emocional.

Desnudas mi alma con tu mirada inquisidora, me avergüenza mostrarme así, me arropo para protegerme con la colcha elaborada de los retazos de los recuerdos de mi existencia en tu vida.

Te enfocas en el retal más grande, el que no quiero que interpretes e identifiques, allí están, el instinto, la razón y la emoción, enfrentados en una convivencia en donde flotando sin control  hago un esfuerzo por controlarlos, ordenando las razones con motivos y los desacuerdo con realidades de lo que es tu amor.

La razón me susurra: -no te ama-

-Protégete-, atina el instinto a decir  – primero tú-

No saben nada, la mirada de ayer me dice lo contrario, fue cálida, la de hoy es diferente porque tiene ira. Me calma la emoción.

Insiste la razón: -observa, nunca hay voces de reconocimiento para ti. No te admira ni te respeta. Es indiferente a todo lo tuyo, egoísta para definirla mejor. Eso no es amor-

-Cómo puedes afirmar eso? si hace un mes me dio una palmadita como gotas de rocío para refrescar una flor. Existen mil maneras de hacer sentir el amor, no olvides la pasión, fundamental en las lides del amor.-

-Lleguen a un acuerdo-  razón y emoción invitaba el instinto.  La felicidad es fugaz y si analizan y piensan estamos vivos, aunque no con ella.

Descendiendo del desacuerdo, analizo y pienso que para ser feliz me quedo con el retazo de los mejores momentos vividos, aferrado a los recuerdos como se abraza al olvido, para subsistir de las miserias que la razón me obliga a ver y la emoción con sus mentiras borra para soportar tus descuidos.

El instinto aterrizando en la realidad asfaltada, para soportar las caídas de las fantasías del amor, concluye: Mejor quédate con las mentiras de las emociones, que con las verdades de las razones.