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Caja de Poemas

Alla En Flores De María

Juglares Espantos y Aparatos

@drjimenez1a

En el eterno barrial quedó una abarca,  la izquierda. Juan Polo Cervantes no detuvo su andar a pesar de que reinaba la oscuridad. Le urgia llegar hasta la vieja casa de barro. Alicia, complicada por el embarazo, agonizaba en Flores de Maria. Ni las sangrías recomendadas por el medico Acosta habían servido. Algunos decían que las convulsiones eran productos de un mal puesto por haber aceptado amoríos con Juan Polo. Sesenta y seis Marías, con diferente apellidos, anhelaban en toda la provincia  procrear un hijo con Polo Cervantes. Solo Alicia Cantillo lo habría logrado y eso, quizás, le costaría la vida. El fuerte dolor de cabeza no cedía. Un emplasto de hierbas le colocaban  sobre la frente en los pocos momentos en que dejaba de convulsionar. De los caseríos, las comadronas prestaron y enviaron todos los santos que asistían a las embarazadas, encabezados por santa Filomena. Dos mil seiscientos de ellos rodeaban la pequeña casa, aparte de los que se encargaban de custodiar el moribundo cuerpo de Alicia dentro de la casa. Como un mal agüero, pasaron por allí las rezanderas de los velorios rumbo a Casa de Tabla a rezar y a llorar por el descanso eterno del difunto Leonardo Bustamante, quien murió sin un solo doliente que pudiera estar presente. En la familia de Alicia manifestaron preocupación viendo pasar las doce rezanderas vestidas de negro y con velos que cubrían sus tristes rostros. Caminaban despacio para no deshidratarse y poder llorar con enjundia al reciente finado, quien prefirió morir solitario antes que pedir perdón por las penas causadas a la descendencia de sus cientos de mujeres,  además de haber sido un empedernido jugador de dominó, tomador de ron y despilfarrador de su gran fortuna.

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