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Así opinan

Ay ve, a lo tuyo tú

Por razones sometidas a la justificación de la partida, cargado de emociones le dije hasta luego nuevamente a mi terruño. Sin recorrerlo físicamente por la premura del tiempo y lo corto de la visita, llegaron los recuerdos, así como pasa inexorablemente el tiempo. Las calles sin pavimentar hoy carcomidas por los años y el cemento, las casas desteñidas, otras transformadas, mantienen aún la calidez de sus moradores idos.

Razón de la visita trabajo, la justificación de la partida trabajo, el vacío emocional una vez terminada la actividad es incomparable, desierta el alma, el aliciente son las imágenes de los momentos viejos. Oh mi muelle querido, oh mi Banco quisiera, oh maestro, Barros, oh maestro Pacho Cabillas “El banco no tiene mar”. La llegada, el arribo, la entrada, la realicé en las horas en donde se divide el medio día con la prima noche y hace sudar hasta los recuerdos. Corrobore lo valiente que son sus habitantes actuales y los idos, compartir, convivir, laborar, cantar, bailar cumbia, disfrutar en medio de este entorno, abrazar al amigo en medio del sopor es un asalto a la felicidad.

Recibió mi cuerpo calor y alegría, muchos dirán imposible; que tan lejos de la realidad están a esas horas jugábamos en: la plaza roja, en el estadio San Mateo, en el parque de la telecom, en la calle Remolino, Boyacá, frente al IDEMA, cualquier espacio era propicio, el sudor era salud y el collar negro al rededor del cuello libertad.

Un mínimo aumento de velocidad en el viento creaba un diminuto tornado, torbellino, remolino que asustaba; el grito al verlo no se hacía esperar, pilas que te lleva el diablo. La madre monte, el caballo tres patas, la monja sin cabeza, la inmortal llorona loca, noches de relatos de espanto que a los contertulios invitaba a arropar la noche acompañados para poder dormir con o sin luz, inocente creencia de una niñez feliz.

Los aromas de mi pueblo están ahí huele a: sol, piña, cumbia, río, almojábana, aguadera cargadas de frutas y pregones mañaneros, a tinto. El muelle y sus bancas en las cuales más de uno experimento el nerviosismo del primer beso, las barrederas y sus propietarios acariciando las aguas de la Magdalena para obtener su sustento, un conglomerado de recuerdos y realidades hasta extraño, veo a mi pueblo con los ojos del amor, como los padres ven a sus hijos. No existe hijo feo o maluco y como la canción de Rubén Baldes “amor y control”, familia es familia. “

Banqueño es Banqueño ”. Existe un principio coloquial “a lo tuyo tú con razón o sin ella”, lloverán las críticas, ante este manifiesto.

Un gran amigo de esas amistades forjadas en las calles del pueblo y declarada como hermandad, me escribió y describió como el ribereño

que partió del lugar a donde él quiere regresar, después de la visita entendí y sentí que, nunca me he ido, continuo frente al río espiritual y emocionalmente. Oh mi Banco morir yo quisiera como mueren tus tardes de sol. Gracias, maestro.

Escrito por

Enrique Antonio De Luque Palencia

@luquepal

Enriqueantoniodel14

@enriqueantoniodeluquep

 

Comentario

  1. Uffff… me transporté a mi bello pueblo, porque yo también lo veo y lo siento bello a pesar de… son tantos los recuerdos de vivencias inmemorables!! gracias Quique por tus buenísimos relatos👏🏼👏🏼👏🏼

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