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Cirirí Del Jirafo

El gusto eterno por lo nuestro

Escrito por Alberto Muñoz Peñaloza

El 9 de junio de 1971, mediante Decreto 1150, el presidente Misael Pastrana Borrero, nombró, al hijo del ‘barrio frío del Valle, Crispin Villazón De Armas, como ministro de Trabajo, desempeñándose como tal hasta el 17 de abril de 1973. Su gestión fue sobresaliente y generó progreso para Valledupar y el Cesar: inicio operacional del Sena y creación posterior del Centro Agropecuario del Sena Cesar, convertido después en el Centro Biotecnológico del Caribe, y creación de la Corporación Financiera de la Mujer, Corfimujer. Logró que lo reemplazara su paisano y compañero de batallas políticas, José Antonio Murgas Aponte, haciéndose cargo de la representación diplomática de Colombia, como embajador, ante Bolivia. Ese acontecimiento y la gesta libertaria común, nos acercó más a la estima afectiva a los bolivianos.

Tuvimos un tiempo largo a Bolivia, hermana de Rafael Oñate, Pilla e hija de la inolvidable Josefa Chinchía. Cada vez que nos encontrábamos le nombrábamos las naciones libertadas por Simón Bolivar: Colombia, Venezuela, Panamá, Ecuador, Perú…y, tú. No solo se molestaba sino que en varias ocasiones amenazó con acusarnos por acoso nominal.

Nos llegó después un boliviano de carne y hueso, Gilberto Villarroel, esposo de la queridísima Lolita Acosta y cofundador de El Diario Vallenato. Recuerdo que era seguidor de mi columna “Cosas Del Valle”, sin conocernos. Alguna vez nos encontramos en la tienda de la carrera octava con catorce. Gilberto nos comentó que estaba fascinado con los artículos que un ‘viejito’ publicaba. Don Foción Bustamante indagó por el nombre. Alberto Muñoz Peñaloza, dijo sin vacilaciones. Es él, nos presentó el Busta y de ahí en adelante abonamos una amistad cultural y periodística hasta cuando se ausentó del Valle de Upar.

Bolivia, país con población diversa, cuyos grupos más importantes son: amerindios, de origen preincaico e incaico, aymara y quechua hablante, otras comunidades indígenas, mestizos, blancos, criollos, europeos recientes, en menor proporción y una minoría pequeña de negros descendientes africanos. Se alojan en las ecoregiones, Amazónica, del Chaco y Andina.

Recordar es vivir

Durante los años felices, sobre la mitad final de los sesenta, disfrutamos la paz territorial del callejón de la purrututú, y cuando el gran Enrique Borrego, iba apurado en su yegua plateada, al preguntársele el destino inmediato, silenciaba con la respuesta, ¡voy pa’ Bolivia! Sabíamos que iba para el guatapuri, pero le creíamos.

En esos tiempos estudiamos en el paraíso, el glorioso Ateneo El Rosario, con el liderazgo total del formidable, inigualable y visionario, Cesar Pompeyo Mendoza Hinojosa. Época de aprendizaje, de formación y edificación, tiempo de superación de malos hábitos dejándos transformar por nuevos y mejores. Jamás habrá cansancio para reconocer la valía de un propósito, inalcanzable al principio pero, materializado con la enjundia, la perseverancia y el tesón de quien asumió, como sueño de vida, poner al servicio de la region su capacidad y los deseos de trascender, yendo más allá, al salvar dos generaciones, y más si se quiere, dotándolas de valores insustituibles para logros venideros y eternos.

En ese fortín educacional tuvimos la fortuna de coincidir y trasegar, con pie derecho -pese a mi condición de zurdo- con una camada de muchachos, muchachones y ciudadanos, en aquellos días en que se requería haber vivido veintiún años para poder tener cédula de ciudadania. Entre los más, estaba él, con su liderazgo al hombro, soltándonos palabras oportunas, precisas y políticas de vez en cuando. Había que verlo cada domingo cuando íbamos a la celebración eucarística en el Convento, porque no nos acostumbrábamos a llamarla Catedral, de traje entero y en estricta formación de dos hileras. Jamás caminó, su recorrido era un danzón marcial con rigor militar y cívico. Ni siquiera, cuando cambió la rutina por el sábado en la tarde rumbo a la parroquia de la Concepción en la plaza Mayor. Aquel día de nuestra primera comunión, observamos con detalle, su pinta, el caminado y su porte eran de senador más que de estudiante de primaria, a pesar de la nueva condición.

Siguieron los años del Loperena que, en esencia, era como ingresar a la vida universitaria, por la diferencia que marcaba el orgullo de estudiar en tan emblemático claustro educativo, depositario de retozos y ejercicios inspiracionales de Escalona, Poncho Cotes, Emilianito, entre los de siempre.
Los años nos acercaron, después de la vida universitaria, en el ejercicio del servicio a la comunidad. Entonces, Dios me dio el privilegio y la feliz oportunidad de tenerlo como jefe y compartir un par de años dedicados a levantar la carga pesadísima que errores, desaciertos y manejos equivocados, anteriores, amenazaban con paralizarla. Lo vi con condiciones de líder, toques de estadista y una comprensión, ejemplar de saber equilibrar el manejo seguro, de lo que toca con el riesgoso puede ser, cuyo resultado depende del carácter, la persuasión y la paciencia. Partió limpio, como llegó, a continuar la carrera política que lo hizo senador, por un tiempo, y cuando lo vimos en acción comprendimos que el tiempo no había pasado en vano y, no obstante el desempeño certero como tal, mantenía el vigor y la pinta del ateneista que se ganó el respeto, el cariño y la lealtad de su gente.

Los nuevos tiempos

Después del gobierno del presidente Pastrana, se llevó a cabo ‘el mandato claro’, del presidente entrañable de los vallenatos, el Doctor López, quien designó de entrada al doctor Alvaro Araújo Noguera, como gerente general de la Caja Agraria y luego como ministro de Agricultura; pese a no estar de acuerdo por ser de su mismo partido, el doctor Aníbal Martínez Zuleta, fue elegido, y reelegido después, como Contralor General de la República. El doctor Alfonso Araújo Cotes, pudo hacer entonces la revolución del agua y de otros servicios no menos requeridos, desde Insfopal. En otros tiempos, otros vallenatos ocuparon altos y altísimos cargos, a nivel ministerial y en otros frentes.

Hubo un tiempo desértico, en el que poco se logró en ese sentido, coincidente con tiempos aciagos que la violencia, proveniente de desafueros del este como del oeste, pero -como dijo el Jilguero- no hay aguacero que no escampe ni creciente que no pare, de manera que aires nuevos alicientan el espíritu vallenato, gracias a que el Presidente, Ivan Duque Marquez, ha dado muestras de querer esta tierra de amores que tanto valoró a su padre, como él a ella. Gracias a su determinación, Luis Alberto Rodriguez, después de su desempeño exitoso como viceministro técnico de Hacienda inicia gestión como director de Planeación Nacional. Jhonatan Malagón Gonzalez, de brillante labor como ministro de Vivienda, Ciudad y Territorio. Juan Miguel Villa, ocupa la presidencia de Colpensiones, Juan Manuel Daza, ahora representante a la Cámara, inició este periodo gubernamental como viceministro del Interior, mientras que Camilo Quiroz Hinojosa es director de Regiones en el Ministerio de Vivienda. Mediante Decreto 1312, del 20 de julio próximo pasado, fue nombrado, y ya desempeña funciones, el vallenato Aníbal José Ariza Orozco, como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Colombia ante el Estado Plurinacional de Bolivia.

Gran oportunidad para quien ha descollado por sus buenas maneras, el talante conciliador y su fervor integracionista. No es mera coincidencia que la plaza principal de La Paz, sea la Murillo, como también se le conoce al cerro tutelar de Valledupar. En las alturas del Altiplano de Los Andes imponente se levanta al fondo el monte nevado Illimani, como nosotros tenemos en el Valle de Upar la imponente sierra nevada de Santa Marta. Cerca, cual alfombra hídrica, se encuentra el limpido Tititaca, a lo largo de la frontera con el Perú y es el lago navegable más alto del mundo. A pesar de nuestro calor contamos con el rio guatapuri, como ciudad, de agua fría y cristalina.

Hay mucho para hacer en favor del intercambio cultural, en temas de ambientalismo, en cuanto a las ecoregiones y en lo relacionado con las etnias. Llama la atención la llegada del Vallenato, con Silvestre Dangond y su corte, pero las músicas predominantes en la tierra boliviana constituyen un atractivo de inaplazable atención, y es uno de los paises con mayor diversidad en el mundo.

Para compartir

Y hay mucho para aprender, muchísimo para compartir, tanto para crecer como naciones. En materia de bebidas, curiosidad por el sonso de yuca, puré de yuca con queso derretido. Una oportunidad para la variedad es compartirles nuestro banquete tradicional: yuca cocida, si es gomosa mejor, con el prestigioso queso criollo rallao’. Apetecible el singani, aguardiente de uvas, rodajas de limón y cubos de hielo. La chicha de guàsimo, puede servir, con gotas de chirrinchi como cuota etílica. En el caso de la chicha de piña, popular y ancestral en Bolivia, jugo fermentado con muchas bases, muy arraigado en los rituales y festividades del país. Versión de nuestro guandolo o de la chicha de maíz cortada con batata.

Mucha preocupación entre las ofertantes de bocachico asado, en nuestro mercado, porque ya se enteraron del sábalo de Villamontes, pescado del río Pilcomayo, frito o a la brasa. Las tranquilizo diciéndoles que él es un hombre fiel al bocachico y a la doncella, pero el temor es creciente, como no, si se trata de uno de los comensales sabatinos de mayor puntualidad. Si por aquí llueve, por Los Corazones no escampa: miedo físico a la salteña, empanadita boliviana de caldo de pollo y/o carne de res, papas picadas, arvejas, cebolla y aceituna.

Quien busca a Dios, permanece con Él. Que sea para el bien de todos. Las buenas cumbias de Cochabamba y todas las músicas de Bolivia, las manifestaciones culturales prevalentes, en intercambio posible con Colombia, igual en materia educativa y en temas de emprendimiento, economía naranja y turismo.

Homenaje merecido

Al precursor, Jorge Oñate, guerrero de todos los tiempos, cantante, artista, compositor y sobre todo, ‘buldozerista’ para abrir la trocha que hoy es, avenida universal, pedestal de la música vallenata, colombiana y patrimonio oral de la humanidad. Bien, rebién, por la Fundacion Festival de la Leyenda Vallenata. ¡Enhorabuena!

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