El mayor tesoro

El 18 de diciembre del 2021, después de dos años nos volvimos a reunir, eran la 12:30 a.m. aproximadamente, la brisa característica de estas fiestas decembrinas nos retornaba a los viejos tiempos vividos debajo del palo de mango, el cual ha crecido al igual que todos nosotros, en la euforia de la sombra, Gilberto me hizo la petición: -escribe sobre esta reunión una poesía-, Enrique Antonio (el nene, mi hijo) afirmo con mucha seguridad. – Fácil tío, sale fácil, es solo mirarnos y comenzar a redactar, eso es rápido. Entre orgulloso y seguro, mirando al cielo, asevero: eso va. 

Ha sido una misión compleja, cerrar los ojos, ver el convencimiento del nene me obligaba a escribir, encargo convertido en compromiso.  Anoche, después de ver la reunión, la película nuevamente, los actores estelares: mis padres, hermanos, hijos, sobrinos, sobrinos nietos, bisnietos, cuñadas, cuñados, esposas, comparto con ustedes la reflexión: si bien es cierto la rima por encargo, se aleja de la buena lírica, está respaldada por un río de lágrimas emocionales y todo el amor que un ser humano puede profesar. Describirlos a ustedes en un poema, me ratifico es imposible, la razón es que, ustedes son el bastión de mi felicidad, lo confieso no puedo o más bien, no se plasmar en la escritura ese sentimiento. 

Así que, sin otra intención distinta que, reconocer mi mayor riqueza valorada por el temor de no volverlos ver, doy paso a comunicar lo siguiente, inspirado en la alegría de la familia, la musa de mí hijo y el estar junto a ellos.   

Buscaba con afán la riqueza, 

el papel moneda seducía mis acciones,

amasaba sin sabores, representados en lujos,

inestabilidad emocional del diario vivir.

Afanado asaltaba la vida,

Ciego con vista, 

todo lo tenía frente a mí,

el aislamiento obligado, 

permitió observar la verdad,

el gran tesoro, la realidad.

Existe, es material y espiritual,

el dinero no lo compra, 

está ahí, siempre eterno,

valioso como los mejores recuerdos.

angustiante al temor de perderlos,

Las noches llenas de pánico, 

reclaman el cuándo, 

el día llega sin responder.

La esperanza y la fe, inquebrantables,

facilitan el quehacer, 

el reunirnos otra vez.

Lo vivimos como el ayer, 

 lo puedo afirmar,

vuela el alma, valora la existencia.

Sentirlos cerca,

Verlos bailar, cantar,

los mismos cuentos, 

carcajadas irrepetidas,

 música para el espíritu.

Mi familia, siempre ahí.

El tiempo detenido, en la opulencia, 

Abundancia, riqueza, alegría,

amor todo, 

en el mejor hoy.

intransferible, inagotable.

No son papel moneda, 

Veta de oro menos,

son mi familia, el mayor tesoro.

Los atesoro, 

profusión del alma,

no se subastan, 

tienen nombres propios,

incalculable, invaluable, su valor 

mi familia.

 Feliz yo, que los puedo tener.

 

Escrito por: Enrique Antonio De Luque Palencia