En Santa Marta se alimentan cosas buenas

Escrito por Enrique De Luque Palencia @luquepal

En Santa Marta un grupo de personas en horas en donde el sol esta en todo su esplendor y el calor abrumador obliga a refugiarse en los árboles alrededor de los semáforos, en búsqueda de una sombra que amilane no solo las altas temperaturas sino, la desesperación con que enfrentan el día, porque muchos de ellos en esos momentos no han ingerido aún el primer alimento.  Un grupo de personas se desplazan en sus carros y reparten almuerzos para mitigar y contribuir con esa población vulnerable, es una obra silenciosa, que sólo es posible realizarla gracias al aporte de seres humanos que solicitan no ser nombrados y una familia que de igual manera realiza la actividad evitando ser identificados, ellos preparan los alimentos empacan e inician el recorrido, es toda una logística en donde desde la abuela hasta los nietos participan.  Lo hacen en nombre de Dios y sólo les dicen a los beneficiarios “recibe esta bendición que el Señor te envía”.  El instrumento para lograr esta noble causa, es por intermedio de esos seres privilegiados que de manera bondadosa se desprenden de una mínima parte de sus ingresos para contribuir con esta actividad.  Cuánto necesita Colombia de este tipo de actitudes desprovistas de intereses materiales.  Describo lo siguiente tal cual como los integrantes de la familia me lo explicaron:  Esto es predicando y Actuando”.  Es el momento de creer que, si es posible un mejor mañana, en donde todos cabemos en una mejor Colombia, para ello, el respeto por la vida es fundamental y la invitación, exhortación o reflexión, es: que sí es posible transformarnos, que es un proceso individual para impactar en lo colectivo.

A estos corazones clandestinos mil gracias por su ejemplo, a los donantes que hacen posible que esta pequeña obra satisfaga muchas necesidades que el Altísimo se los multiplique y los beneficiarios se lo agradezcan por siempre, hoy lograron llevar esperanzas y alegrías a estos pocos afortunados.

Como enseñanza queda que sí es posible servir y solo llevarse la satisfacción del resultado plasmado en la sonrisa de esos niños que de manera ansiosa se abalanzaban al carro para recibir el alimento.