Expiando mis culpas

Escrito por Enrique De Luque Palencia @luquepal

Después de un largo recorrido intento reconocerme,  aceptar mis errores y virtudes; lo hacía con afán, toda vez que soy un convencido que la construcción de un buen ser parte  de aceptar cuáles son sus debilidades y fortalezas, para de esta manera potencializar sus habilidades, trabajar sus debilidades, y, así convertirse en una mejor persona, más competente y atractiva, con esa  tesis, inicie un estudio en la búsqueda de mi fuerza interior, la cual  estructure bajo tres principio: la vigilancia, el silencio y el poder.

Inicie con vigilarme, en reconocer desde mi interior la verdad de lo que  necesito para obtener mi tranquilidad, me cuestionaba esperando respuestas sinceras que emanaran de mi corazón, entendido éste como la fuerza de mi interior; que fuera él, quien me hablara, que me revelara la esencia de mis necesidades y las razones de ellas, tarea nada fácil, para lo cual recurrí entonces al segundo principio el silencio.

Si, el silencio, como escucharme si el bullicio del exterior no me permitía oírme, la dinámica del entorno, el día a día, no me daba espacio para encontrar mis verdades, lo que en realidad me motiva, el por qué perdí tantas cosas y obtenía otras, sin embargo existía aun ese sin sabor, del navegar sin rumbo, entonces me aparte busque un lugar apacible, tranquilo,  inicie ese recorrido para expiarme, llegaron las descripciones claras de lo que realmente necesitaba, desde lo más profundo de mi interior pude reconocer como quería vivir y preservar mi vida, de esta manera llegaron las ideas para poner en marcha el plan que permitió construir mi misión y visión, entre esa esta lo que hoy  hago, escribir para describir mis sentimientos.

Continuando con el proceso afloro el poder; este no es físico, ni mental, es la ausencia de culpa, para ello tuve que aceptarlas, pedir y pedirme perdón,  lo cual me permitió fundamentarme en cuatro pilares que sostienen hoy mi quehacer misional, el amor, el agradecimiento, el conocimiento y el servicio, todo me condujo a que el poder real de mis actuaciones, no está en manipular, ni manipularme, sino en tener la autoridad de ser responsable de mi vida sin justificar en los demás mi actuar, aceptar este precepto me permitió: ser libre y dejar en libertad, respetar y exigir respeto en la manera de pensar,  comprender que las motivaciones son individuales  no colectivas, que somos seres únicos que pensamos actuamos de manera diferente, de tal manera que lo que para usted es satisfactorio y motivante para mí no.

Termino reconociendo con un poema, después de haber conversado con una colega docente una de mis culpas.

Te amo mujer, jamás podrás saber cuanto

Hoy ya no está ese amor, con el cual perdí muchas noches sin dormir intentando sentir y pensar por ti 

Me convertí en el secuestrador de sentimientos, rateros de momentos invisibles

Te confieso que ese amor hoy es libre, es mío no lo comparto con nadie y me hace feliz Gracias por existir