Florentino Ariza

Escrito por Enrique De Luque Palencia @luquepal

Hizo lo que se le dio gana, amparado en la fantasía de un gran querer. Obtuvo mediante un relato magistral, mágico, sublime de su historia, la licencia para: pisotear, violar, engañar, desear la muerte a otro ser, determinar suicidios; solo por la razón inocultable dentro de la narrativa de conquistar, afianzar su idilio de manera eterna, conclusión a la que llego desde el presente, sin recurrir a los anales de la historia en donde fue escrita la novela, la cual transcurre entre el final del siglo XIX y principios del siglo XX.

Inicie la re lectura del amor en los tiempos del colera, del nobel de la literatura Gabriel García Márquez con el propósito de recrearme nuevamente como lo hiciera ya hace muchos años con su libro, el cual guardaba como un relato de un idilio inmaculado, pero ahora con el pasar de los años, los cuales suman experiencias de dos matrimonios acuestas y muchos errores cometidos; la visión es otra.

Florentino Ariza no es un buen referente para atesorar un amor, epilogo a la que llego bajo mi perspectiva, una realidad después de mucho recorrido o poco, cargado de muchos desaciertos y  de haber conocido la palabra de Dios en un retiro espiritual (Emaus), que me dio fortaleza interior, sumado a la reflexión constante sobre el bien y el mal, afincado en la ética, como el derrotero de mí actuar, con lo cual afirmo que mis procederes, no pueden estar justificados en otros, sino en mi manera critica de reflexionar frente a la realidad; eso de: amor con amor se paga,  traición con traición nos deja en paz, un clavo saca otro clavo, da que te vienen dando y tantos otros paradigmas, que nos han hecho tanto daño en la actualidad, como la corrupción, en donde se roba por no ser bobo, si lo hace el otro ¿por qué yo no?. Bueno sigamos con el desengaño del telegrafista.

El magnate de la navegación por el rio grande la Magdalena, cumplió su objetivo general, utilizando todos los medios a su alcance; el crear una falacia para escudar su amor, librarla o librarse de la comidilla y él rechazó de la sociedad. El fin justifica los medios; si bien es cierto, el amor es un campo minado, también es de verdes y apacibles praderas. El caer en uno de esos campos, no es el óbice para disfrutar o vengarte: del ser que te hizo explotar al pisar la mina del amor y te fragmento en mil pedazos tu alma, mucho menos de cuanto ser se te cruce en el campo de batalla del afecto, para al final de la historia presentarte como el guerrero victorioso, que se preservo virgen al sentimiento inicial de ese idilio colosal.

Mintió para navegar eternamente con su amada. Si, rechazo esa manera de seducir, apoderarse, vencer, enamorar; logros muy distantes de la ética. ¿Cuál sería entonces el deber ser? El reconocimiento de un ser débil, frágil, que frente a la traición debe buscar en su interior y en Dios las razones para actuar bajo la verdad, la lealtad, la fidelidad y no arroparse con el manto de la justificación maligna de, – soy así por lo que me hicieron. La clave está en: – soy lo que soy, porque es lo que me genera tranquilidad y felicidad.