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Serpiente Naranja

Francis Bacon: Grandes Excesos

Escrito Por Cristina Jazz Jazz

“Y he deseado siempre pintar la sonrisa, sin lograrlo nunca” Francis Bacon

Francis Bacon fue un artista fundamental del Siglo XX y ahora más que nunca lo encontramos como revelador para toda la historia del arte. Serpiente Naranja, de principio a fin, Francis Bacon nace en el seno de una familia irlandesa. Su padre, estricto militar, lo expulsó con 16 años del hogar al conocer su homosexualidad y Bacon se alojó varios meses en Alemania, gozó de los alegres años 20 berlineses. Entre París y Berlín descubrió la vida y el arte. Fueron Poussin y su «Matanza de los inocentes», el cine de Einsestein y sobre todo Picasso quienes lo empujaron finalmente a la pintura.

Regreso a Londres y tras trabajo como decorador de interiores, todo fue el inició de su estilo expresionista.  Si quieren imaginar las palabras claves de su obra, al observar sus cuadros recuerden que quiso plasmar ante todo y figurativamente la tragedia de la existencia. Para ello uso la figura humana como principal (y único) tema. Durante los años 40, ya consagrado, y en plena fiebre del expresionismo abstracto que causaba furor en norteamérica, Bacon se erige como uno de los principales (quizás el principal) pintores figurativos de la segunda mitad del siglo XX.

Parte de sus historias lo recuerdan como cada noche al salir de su estudio se ahogaba en cerveza, cigarrillos y peleas en su pub habitual —The Colony Room—, y con estos excesos autodestructivos se plantaba la semilla para una nueva obra de arte, en la que expresaba el terror y el sinsentido de la tragedia de la existencia. Quiso retratar a seres humanos sufriendo, en violencia, retorciéndose en sus habitaciones, aislados, solos y desfigurados. Para ello se inspiró en fotografías de sus amigos, pero también fotografías médicas de enfermedades y deformaciones. Sus obras, aún carentes de todo realismo, son paradójicamente un fiel reflejo de la vida misma. De algún modo, el espectador se ve reflejado, son esos retratos de hombres modernos, convulsos y amenazados por la violencia y degradación donde se ve el sentido que rodea un ámbito de supuesto bienestar.

Le encantaba no planear, en contadas ocasiones realizó dibujos preparatorios  y siempre pintaba directamente sobre el lienzo desnudo. No recibió formación académica y sus estudios fueron prácticamente los únicos lugares en los que desarrolló su producción.

Su prima Diana Watson, por ejemplo, fue una de las primeras compradoras. Cuando en 1929 Bacon se traslada a Londres, conoce a Eric Allden, que será su primer compañero sentimental, y también coleccionista de su obra. Posteriormente, en 1930, entabla amistad con el artista australiano Roy de Maistre, quien pronto se convertiría, en su mentor.

Podemos afirmar que Velázquez y Picasso fueron una influencia fundamental. Solo al conocer la exposición del pintor malagueño en la Galerie Paul Rosenberg de París en 1927 determina dedicarse al arte, y se basó en el Retrato del papa Inocencio X (1651) de Velázquez para realizar un gran número de lienzos con la imagen de un papa. Bacon admiraba tanto a Velázquez que no quiso ver el cuadro original del maestro español durante una visita que hizo a Roma en los años cincuenta.

Uno de los favoritos del circuito de subastas de arte, Bacon rompió en 2014 el récord histórico de una subasta pública de arte con su Tríptico de 1969 (abajo) que le dedicó a su amigo pintor Lucien Freud, se convirtió en la más alta venta en subasta, con 142 millones de dólares transados en una puja de la casa Christie’s en Nueva York.

En 1949 comienza su serie de versiones sobre el Retrato de Inocencio X de Velázquez (arriba), un momento clave en su obra y donde se reúnen las ideas pictóricas sobre la angustia y la expresión atormentada de sus personajes que luego desarrollaría con profusión, como el gusto de presentar los rostros de manera borrosa, a la manera de una pesadilla. Influenciado por el noruego Edvard Munch, es en las décadas del 50′ y 60′ que Bacon logra repercusión en los círculos del arte, siendo adquiridas por importantes museos.

La forma en que Bacon retrató al cuerpo humano se origina en el trauma que le ocasionó la guerra y las consecuencias psicológicas de esta, además de su propia interioridad: fue expulsado de su casa a los 16 años al manifestar su homosexualidad y tendía fuertemente hacia la autodestrucción. Sus primeros éxitos datan de 1944, cuando realiza el tríptico Tres estudios de figuras junto a una crucifixión, considerada una de las obras clave de la pintura contemporánea. Justamente nace con esta obra su predilección por el tríptico, formato que le dio un sello personal y donde se acerca al motivo desde distintos ángulos pero siempre manteniendo la unidad de la obra, generando una sensación de ambiguedad sobre el objeto, en especial en los retratos.

Francis Bacon, Study for a Portrait (CR 52-06), 1952. Photo: © Tate, 2019.

El estilo pictórico de Bacon está entre la abstracción y la figuración. El Surrealismo fue un importante punto de partida y una influencia determinante en su obra más temprana. Posteriormente, cuando Bacon comenzó a plasmar el movimiento de las figuras en el lienzo, las fotografías de finales del siglo xix de Eadweard Muybridge sobre el cuerpo humano en acción fueron una referencia imprescindible. La impronta de los antiguos maestros —por ejemplo, los dibujos de Miguel Ángel y “la grandeza de las formas” que caracteriza sus figuras humanas— estuvo presente a lo largo de toda su trayectoria.

Al analizar con detenimiento los detalles viscerales y las deformaciones físicas a las que Bacon somete a las figuras se puede apreciar su profundo conocimiento de los procedimientos propios de la pintura abstracta, así como el aspecto emocional que caracteriza su aplicación del color en el lienzo.

Tres estudios de figuras sobre camas (Three Studies of Figures on Beds), 1972

Un libro sobre radiología, titulado Positioning in Radiography, ocupaba un lugar destacado en la biblioteca personal de Bacon. Las imágenes centradas en la posición de los cuerpos durante la realización de las pruebas radiológicas, el recuerdo de los cuerpos de las personas que conocía y las representaciones de Miguel Ángel y Muybridge ejercieron una gran influencia en sus obras sobre la figura humana.

Tres estudios para una Crucifixión (Three Studies for a Crucifixion), 1962

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