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La despedida al Médico del Pueblo

Una calle de honor con banderas blancas, en el corregimiento de La Peña, jurisdicción de San Juan del Cesar, La Guajira, despide a Leandro Sierra Acosta, reconocido en las canciones de Diomedes Díaz como ‘El médico del pueblo’, y a quien en alguna oportunidad el ‘Cacique’ dijo que él era como su segundo padre, después de Rafael María Díaz.

Sierra murió a la edad de 89 años en Valledupar. Estuvo hospitalizado desde el 19 de junio en una clínica de la capital del Cesar por problemas respiratorios. Su diagnóstico de covid-19 tomó por sorpresa a sus familiares, ya que era el primer caso que se registraba en el pueblo. Probablemente adquirió la enfermedad atendiendo a uno de sus pacientes.

En total, Diomedes Díaz lo menciona en 17 canciones siendo uno de los personajes de la historia musical del ‘Cacique’ en las poblaciones de Carrizal y La Junta, jugando un papel importante en los comienzos musicales de Diomedes, por el apoyo en todo su sentido que ‘Leandrito’ le hizo a esta figura del canto vallenato, sobre todo que era el médico de cabecera de la familia Díaz.

Por su parte, los guajiros siempre lo recordarán como el apóstol de la salud en el sur de La Guajira tras seis décadas de servicio. En 2018, recibió por parte del Congreso de la República la Cruz Gran Caballero, por su vocación al servicio del país. Además, fue concejal de San Juan del Cesar y jefe de Asuntos indígenas de La Guajira.

Al Respecto, William Rosado Rincones, escritor, investigador, experto en música y folclor y comunicador social se refirió así a Leandro Sierra Acosta

En uno de esos tantos viajes que suelo hacer por polvorientos caminos de la provincia en pos de alimentar mi alma campesina, los que casi siempre cuentan con la compañía de los compinches de ese turismo parroquial que matizamos con la nobleza de nuestros anfitriones, un día nos encontramos en el camino viejo entre Patillal y La Junta, a un personaje cuya sencillez no le cabía en su ropa. Era en persona, Leandrito Sierra, o simplemente, “El Médico del Pueblo” como sabiamente lo popularizó, Diomedes Díaz.

Recostado en las varetas del portón de su finca nos recibió, a: Bernardo Palacios, un valluno que pisaba el embrujo de los suelos del vallenato, Edgardo Mendoza, con su ombligo enterrado en esos entornos, y a este servidor a quienes con el aroma de sus vacas nos mostró la felicidad que lo invadía en ese paraíso terrenal donde el silencio solo se les permite interrumpir a las aves con sus cantos cargados de libertad.

Ayer partió Leandrito de ese edénico lugar dejando sus corrales con el bramido lastimero de sus cabezas que, muy seguramente esconderán sus blancos chorros para no despertar la espuma coqueta que los que sabemos de campo es el complemento de un café bien terciado.

Adiós Leandrito, ve tranquilo al encuentro con El Cacique, el padrino de tu popularidad, esa misma que sembraste en el suelo juntero, en el consultorio gratuito donde la enfermedad se espantaba con tu nobleza. QEPD.

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