Las decisiones de los hijos

Escrito por Enrique De Luque Palencia @luquepal

Enfrentado una vez a las paradojas que tiene la vida, reflexionaba sobre las decisiones que toman los hijos cuando el trasegar y la razón les otorgan ese poder, me obligue entonces  a no evaluar su actuar, sino el mío, en estos 26 años en que Dios tomó la decisión de premiar mi vida y bendecir la de él, efectivamente hallé cosas muy buenas; educación, valores, amor, lágrimas, regaños, responsabilidades e irresponsabilidades en mi accionar, fundamentado siempre en el amor que se aprende solo en ese momento de magia excepcional del primer contacto. Después de llegar a la vida se depositan entonces todas las esperanzas y anhelos, se pronostica el futuro lo que debe ser, como si el ser padre me asistiera ese derecho. Años después entendí  que lo único que tenía era el deber de ser padre y amarlo con intensidad.

En este análisis interior encontré muchos errores, entre ellos querer que él hiciera lo que yo dejé de hacer. Intenté formarlo entonces de manera distinta a como lo hicieron conmigo, con este principio -que no viva lo que me tocó vivir a mí-  es decir, cambié el formato de mi educación y con amor inicié todo un experimento para estructurar un nuevo ser de manera diferente, craso error soy hoy lo que soy en gran parte por esa formación recibida por mis padres.

Por eso hijo, solo puedo escribirte en un día como hoy, que respeto tus decisiones rogándole al creador que todo te salga como tú lo estas proyectando. Avanza hijo, que yo seré siempre tu puerto con brazos abiertos que te sirvan de combustible para que recargues y vuelvas a emprender tus proyectos, por eso el porqué de mis palabras. Para recordar, que hay días como hoy, en donde te enfrentas a la realidad de lo perdido; que te resistes a entender, para aminorar tu dolor, intentas engañar lo que vez, hablándote como si fuera una ola de calor que pasa y besa tu alma.

Te animas escondiendo a tus ojos, la realidad que ven tus otros sentidos cuando reciben los estímulos de la acción de ese ser querido, que creció, se hizo libre y ya no está contigo.

Avanza dulce amor eterno, camina y corre, en busca de tus sueños; un solo favor te pido, olvida todo lo malo, para el día que regreses de tu recorrido, me puedas regalar un abrazo, cargado de perdón y olvido.

Me quedo a ver pasar la vida, hasta que Dios me lo permita. Una sola cosa a él le pido, que permita poder mirar nuevamente  tus ojos,  sin tener que ver en ellos, esas razones que tienes para comportarte así conmigo.

Castigas mi alma con tu actuar, como creyente acepto que debe ser así, porque en él,  hay un mensaje bueno, que dentro del desespero con que escribo  y el temor de perderte, no alcanzo a definir.

Con paciencia esperaré, convencido que ésta, es la virtud que hace feliz a los hombres, el paso raudo de estos malos momentos los cuales son siempre superado por el amor inquebrantable que confieso a un ser como tú, que lo único reprochable es haber crecido.

Te amo hijo, con mucho respeto te lo digo: jamás  pero jamás podrás dimensionar,  ni alcanzarás,  a imaginarte lo que siento, ni el sentimiento con que te escribo.