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Serpiente Naranja

Le Corbusier: su último proyecto

Escrito por Cristina Jazz Jazz

Antes de empezar con la exposición sobre LeCorbusier, nuestra noticia de hoy 25 de junio es que hemos llegado a los 2.000 lectores diarios. Quiero darle las gracias, es realmente conmovedor, es muy grato sentir que Valledupar tiene un periódico de impacto mundial, vamos a llegar a más de 1.000.000 de lectores diariamente. La economía naranja se mueve con E de EXPRESIÓN NARANJA.

Para el día de hoy nuestro invitado es uno de los más claros exponentes de la arquitectura moderna, junto con Frank Lloyd Wright, Oscar Niemeyer, Walter Gropius, Alvar Aalto, Richard Neutra, Ludwig Mies van der Rohe y Theo van Doesburg. LeCorbusier es uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX. Asimismo uno de los más grandes renovadores de la arquitectura moderna, fue un incansable revolucionario cultural, labor que ejerció con pasión a lo largo de toda su vida. Cada trabajo nos contagia de arte. Con sus escritos se ganó una merecida fama de polemista y aportó un verdadero caudal de ideas innovadoras que han hecho que su obra influya decisivamente en la arquitectura posterior.

Aquí les expongo las frases más famosas: «Arquitectura es cosa de arte, un fenómeno de emociones, que queda fuera y más allá de las cuestiones constructivas. El propósito de la construcción es mantener las cosas juntas y el de la arquitectura es deleitarnos.»
«La arquitectura es el encuentro de la luz con la forma.»
«La geometría solucionará los problemas de la arquitectura.»
«La arquitectura es cuestión de armonías, una pura creación del espíritu. Empleando piedra, madera, hormigón, se construyen casas, palacios; eso es construcción: el ingeniero trabajando; pero en un instante, tocas mi corazón, me haces bien, me siento feliz y digo: esto es hermoso, esto es arquitectura, el arte entra en mí.»
«La arquitectura es el magistral, correcto y magnífico juego de masas reunidos en la luz. Nuestros ojos están hechos para ver las formas en la luz, la luz y la sombra revelan estas formas, cubos, conos, esferas, cilindros o pirámides son las grandes formas primarias que la luz revela.»

Nació en 1887, en la localidad de La Chaux-de-Fonds, en la Suiza francófona con el nombre de Charles Édouard Jeanneret-Gris. A los 29 años se trasladó a París donde adoptó el seudónimo Le Corbusier, fue una modificación para ser irónico (ya que evoca a la palabra cuervo) del apellido de su abuelo materno: Lecorbésier. Su padre se dedicaba a lacar cajas de relojes para la industria relojera de su ciudad natal, y su madre fue pianista y profesora de música.

En 1900 Le Corbusier comenzó su aprendizaje como grabador y cincelador en la Escuela de Arte de La Chaux-de-Fonds. Uno de sus profesores, Charles L’Eplattenier, le orientó hacia la pintura y después hacia la arquitectura. En 1905 diseñó su primer edificio, la Villa Fallet, una casa unifamiliar para un miembro de la Escuela de Arte. En los siguientes diez años hizo numerosos edificios, que todavía no llevaban su sello característico posterior, y que él mismo no incluyó en su Obra Completa.

Ya en París, trabajó durante quince meses en el estudio de Auguste Perret, arquitecto pionero en la técnica de construcción en hormigón armado. Luego se trasladó a Alemania para estudiar las tendencias arquitectónicas de ese país. Allí trabajó en la oficina de Peter Behrens, donde coincidió con Ludwig Mies van der Rohe y Walter Gropius, quienes también trabajaban ahí en esa época, aunque probablemente no a la vez.1 El año 1911 lo dedicó por completo a viajar. Desde Viena fue a Rumanía, Turquía, Grecia e Italia, y a su regreso fue profesor durante dos años en el departamento de arquitectura y decoración de la Escuela de Arte de París. El Centro Le Corbusier fue efectivamente el último proyecto sobre el que Le Corbusier estuvo trabajando en 1965 a lo largo de sus últimos meses de vida. El edificio es un testimonio de la versatilidad de Le Corbusier como arquitecto, pintor y escultor. Él se inclinó sobre este proyecto intencionalmente y con el objetivo principal de desarrollar un museo donde pudiera albergar y exponer su vasta colección personal de proyectos de arquitectura, maquetas, pinturas, esculturas y fotografías.

SU ULTIMO PROYECTO: el Pavillon Le Corbusier se alza como una sorpresa y una declaración de intenciones. Ideado para ser el hogar de la colección de arte de la filántropa Heidi Weber, este edificio se ha reinventado y transformado en un espacio dedicado al diseño y a reivindicar este testamento en vida que dejó el arquitecto franco suizo.

El último proyecto de Le Corbusier fue recientemente publicado en la guía de ArchDaily para la ciudad de Zurich. Recordemos que en 1962, Weber decidió encargarle a Le Corbusier la construcción de un museo en Zúrich que serviría para albergar su colección de arte y, de paso, para lucir todas esas obras desconocidas del arquitecto nacido en La-Chaux-de-Fonds. El resultado fue un vaivén de ideas, pero lo más destacado fue el golpe de timón del movimiento moderno, teniendo en cuenta que hicieron en durante los dos años después y con los planos ya entregados abandonando su adorado hormigón y apostando por el vidrio y el metal. En definitiva, dejando atrás las ideas que años después alimentaron la categorización irónica de su brutalismo como un movimiento perverso.

Le Corbusier falleció justo dos años antes de que este edificio se inaugurara aunque sus planos y diseños se respetaron. No obstante, este fatídico hecho ha dejado muchas incógnitas sobre una posible evolución de su estilo en la que el color y la diversidad de materiales. Lo que sí que está claro es que la luz ganaba protagonismo en este renovada declaración de intenciones y, sobre todo, la construcción modular que le acercaba más a otros coetáneos como Mies Van de Rohe.

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