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Serpiente Naranja

Los Cóndores: Expresionismo Mágico

Escrito por Cristina Díaz @crisdiaz48

“su obra es un juego de transparencias”
Marta Traba
“siempre pintura, la pintura antes y la pintura después”
García Ponce

Serpiente naranja estaba demorada en exponer la obra de Alejandro Obregón.  No podemos esperar ni un día más, su biografía nos invita a pintar, a conmovernos con los símbolos de Colombia.  Él es el Cóndor de los Andes, aquel majestuoso pájaro que voló muy alto y sigue en nuestro horizonte, por el color y la fuerza. Nació en Barcelona, pero vino a vivir a Colombia y el cambio de cultura, de ciudad y de ambiente impresionaron al adolescente, en especial el exuberante trópico, con su luz radiante y aire de libertad. Aprendió entonces a comer pescado con ñame, sancocho de sábalo, a fumar Pielroja y a tomar ron blanco.

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En el Quinto Salón Nacional de 1944, hizo su presentación en el arte colombiano. Desde entonces su nombre estuvo en primer plano y para varios críticos –Walter Engel, Eugenio Barney, Marta Traba y Álvaro Medina– destacaron su aparición en escena, este momento significó la iniciación de una nueva época en la historia artística del país.

El cambio definitivo en la pintura de Alejandro Obregón comenzó en 1947, cuando incorporó a su pintura lo que se ha dado en llamar “expresionismo mágico”, con recuerdos del cubismo. Introdujo la temática de los peces, de las barracudas, pero también los acontecimientos de la época, pues presenció en Bogotá los sucesos del 9 de abril de 1948: vio arder la ciudad, ríos de sangre por las calles, almacenes saqueados, escombros y muertos, detalles que guardó en su mente y que le sirvieron para pintar sus Masacres, que además le permitieron expresar su tragedia interna, la que todo artista lleva dentro de sí, y que le permitió comprender que, sin renunciar a la libertad artística, podía denunciar, aunque “nunca solucionar, porque la pintura por sí sola nunca arregla nada”.

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Sus principales temas fueron los retratos –de familiares y amigos, además de varios autorretratos–, los animales –en una fauna interminable que incluye desde cóndores y toros hasta barracudas, mojarras y camarones–, flores carnívoras, escenas de violencia y, sobre todo, paisajes abstraídos –con claras alusiones al mar, a las playas, a las tempestades, a los eclipses y a los vientos–.

Según el artista sus cuadros, más que motivos específicos, aluden a “Drama, catástrofe, registro de vida y un poco de todo”. Puede precisarse que la pintura de Obregón está caracterizada por el expresionismo y por la impronta mágica. Como Van Gogh usaba el color de manera arbitraria para expresarse con fuerza y sus representaciones recordaban lo “real maravilloso” de que hablaba Alejo Carpentier. La carrera artística de Obregón se puede dividir en cuatro períodos. Los dos primeros (1944-1948 y 1949-1954) son los de formación y búsqueda de un estilo personal.

Como pintor llego en los primeros años del siglo XX a cimentarse a partir de influencias definidas: Braque, Clavé, Sutherland. Basado en estos artistas, Obregón elabora un vocabulario de signos que se va precisando y llenando de contenidos más americanos. El tercer período (1955-1967) es el de la madurez. Durante todos estos años el artista es el paradigma de lo nuevo, el más admirado y galardonado (ganó dos veces en 1962 y en 1966 en el Salón Nacional). El cuarto período comenzó en 1967 y llegó al año de su muerte. Trabajando al acrílico lleva a cabo numerosas series: “Anunciaciones”, “Flores”, “Paisajes de Cartagena”, “Violadas”, “Retratos de Blas de Lezo”, “Chivos expiatorios”.

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