Los sentidos y la lluvia

Escrito por Enrique De Luque Palencia @luquepal

Llueve inclementemente. El olor a tierra mojada con el escándalo de las gotas galopando sobre el zinc me abstraen a los mejores recuerdos de mi niñez: una brisa fría, suave como los recuerdos, me ubica en la realidad que hoy en el fragor de la lluvia no quisiera vivir.

Me niego a abrir los ojos para no ver la imagen de la soledad, sí la soledad, ella también tiene su forma en el horizonte, cuando la mirada inicia desde el interior, se te presenta plana, sin colores, ni relieves, sin que detenerse o enfocarse; se pierde en la nada, una nada opaca, sin alegría. Estoy como la luz que lucha para abrirse paso sobre las nubes cargadas de oscuridad, entendí mucho tiempo después que las nubes para descargarse y regresar a la claridad deben desgarrarse como se desgarra el alma lavándose y muchas veces gritando en noches tenebrosas hasta regresar a la calma y con ella la paz.

Bendito aguacero que inunda mis sentidos, los turba, porque hoy no estás conmigo, percibo en su intensidad la invitación hacer un recorrido cronológico desde mí nacimiento a la actualidad. Añoranzas de los tiempos vividos, valoraciones de los amores perdidos, anhelos de los besos fugaces, amalayas de los soñados y no vividos.

Pido más tiempo, afanado por más tiempo, para evaluar el tiempo recorrido sin tener como revivirlo. La vida se pasa desde una ventana viendo llover al olvido de mis recuerdos, que desde el balcón romántico   de mi existencia me tiene sometido.

Perdones y más perdones caen a cantaros para lavar la conciencia y con ella retorne la calma después del reconocimiento doloroso del recorrido, en donde con razón o sin ella, he lastimado a los seres queridos.

Cae agua milagrosa sobre mis sentidos, lava los recuerdos de los malos tiempos, moja la tierra, para que florezca el amor donde la sequía hizo estrago causando agrietamientos que hoy me tiene mirando desde la ventana como se despiertan mis sentidos.

Retornos en la vida no existen, al igual que el agua que hoy inicia un nuevo recorrido, el pasado no regresa, los mañanas de amores se escriben en pétalos de rosas cargados de ilusiones, fantasías que pueden llegar hacer o quedar dibujado en el pétalo seco arrastrado por los ríos.

El hoy, ese el de las lágrimas, el de los sentidos, ese me indica que estoy vivo; me señala que frente a las adversidades debo tener fe, esperanza, perdón, olvido para estar tranquilo y vivir contigo.

Que siga lloviendo, Dios está conmigo, es necesario que llueva para lavar las heridas, convencido que, si él está, la soledad pierde, el olvido se vence, la tranquilidad se sienta a ver llover. No le temo entonces a la soledad todo comienza a tener sentido.

Desde la ventana de la casa observando el recorrido del agua por las calles, como lava las plantas, alegra la tierra y me encierra a escribir sobre el perdón, la soledad, los sentidos y el olvido.