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Así opinanSerpiente Naranja

Maestros transformadores

Escrito por Cristina Díaz

El maestro es insustituible. Tú no puedes educar a un niño con una pantalla. Es imposible. La humanidad del maestro tiene que estar con todos sus matices emocionales.  Se requiere de la convergencia de todos los sentidos que exige la presencia constante, la humanidad, la transferencia emocional del que enseña. Todo eso en conjunto no se puede obtener a través de la enseñanza de un monitor”.

Francisco Mora, reconocido experto español en educación, doctor en neurociencia de la Universidad de Oxford

Algunas veces para nuestro espacio resaltó una sola biografía, pero durante la pandemia, sabemos ya lleva un año, me inclina a pensar en un grupo de personas que han sacrificado su tiempo y su conocimiento.  Unas personas llenas de sueños, constructoras de futuros, están adaptándose y transformando vidas: LOS MAESTROS. Es en esta emergencia sanitaria, el aislamiento social y la crisis generada por el por el COVID-19 donde surgió la capacidad de ser resilientes para resistir frente a la adversidad y reconstruirse en ella.

La pandemia de coronavirus impactó profundamente en los múltiples aspectos de la educación y la docencia. Una de las grandes afectadas por el COVID-19 fue la labor de los profesores, que debió adaptarse a los esquemas disponibles para la virtualidad, sistema que permitió que las clases continuaran durante todo 2020 y empezamos este año 2021 con esa misma realidad.

En esa nueva ‘normalidad’ es inevitable depender de la comunicación digital (el mundo de las pantallas. Computadores y celulares) Por ahora esa es la única manera, pero no hay que olvidar que educarse va más allá de aprender datos de matemáticas, historia, español o geografía. La verdadera educación es la que hace referencia a la formación (aprender a aprender) en valores, en hábitos éticos. La que convierte a un ser humano en ciudadano activo, crítico, respetuoso de la diferencia y la dignidad humana, en un proceso que exige interacción permanente entre alumnos, maestros y familias.

Les dedico a los profesores el poema de Los donde de Borges, porque creo falta mucho por documentar ese amor de los maestros por sus alumnos y los nuevos lenguajes y saberes de este tiempo.

Poema de los dones (Borges)

 

Nadie rebaje a lágrima o reproche

 

Esta declaración de la maestría

 

De Dios, que con magnífica ironía

 

Me dio a la vez los libros y la noche.

 

De esta ciudad de libros hizo dueños

 

A unos ojos sin luz, que sólo pueden

 

Leer en las bibliotecas de los sueños

 

Los insensatos párrafos que ceden.

 

Las albas a su afán. En vano el día

 

Les prodiga sus libros infinitos,

 

Arduos como los arduos manuscritos

 

Que perecieron en Alejandría.

 

De hambre y de sed (narra una historia griega)

 

Muere un rey entre fuentes y jardines;

 

Yo fatigo sin rumbo los confines

 

De esta alta y honda biblioteca ciega.

 

Enciclopedias, atlas, el Oriente

 

Y el Occidente, siglos, dinastías,

 

Símbolos, cosmos y cosmogonías

 

Brindan los muros, pero inútilmente.

 

Lento en mi sombra, la penumbra hueca

 

Exploro con el báculo indeciso,

 

Yo, que me figuraba el Paraíso

 

Bajo la especie de una biblioteca.

 

Algo, que ciertamente no se nombra

 

Con la palabra azar, rige estas cosas;

 

Otro ya recibió en otras borrosas

 

Tardes los muchos libros y la sombra.

 

Al errar por las lentas galerías

 

Suelo sentir con vago horror sagrado

 

Que soy el otro, el muerto, que habrá dado

 

Los mismos pasos en los mismos días.

 

¿Cuál de los dos escribe este poema

 

De un yo plural y de una sola sombra?

 

¿Qué importa la palabra que me nombra

 

si es indiviso y uno el anatema?

 

Groussac o Borges, miro este querido

 

Mundo que se deforma y que se apaga

 

En una pálida ceniza vaga

 

Que se parece al sueño y al olvido.

Comentario

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