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Serpiente Naranja

SERPIENTES GENIALES: Armando Villegas y Manuel Hernández

Escrito por Cristina Díaz @crisdiaz48

Hoy voy a atreverme a hacer un dúo, quisiera que pudieran encontrar a Armando Villegas junto a Manuel Hernández en nuestra columna, son dos de mis artistas favoritos. Claro que como el periódico Expresión Naranja es sobre economía no puedo pasar esta oportunidad para invitarlos a invertir en arte colombiano. Arriésguese apostándole a los pintores jóvenes, es una gran inversión en el mediano plazo. A lo mejor usted tiene personas conocidas que compraron un cuadro de algún conocido pintor en US$300 a comienzo de los años sesenta, Ejemplo un Obregón por US$100 en esa misma época, o un Santiago Cárdenas por US$200 en los años setenta, o un Ana Mercedes Hoyos por US$600 a comienzo de los ochenta. Estos mismos cuadros hoy en día valen entre US$200.000 y US$20.000. Para un buen inversionista no es secreto que la mejor inversión es comprar cuadros de un pintor antes de que se vuelva famoso. Es como ganarse una lotería. Además, es una experiencia mucho más interesante y espiritualmente gratificante.

Bueno empecemos con uno de los invitados de hoy el artista: Armando Villegas (1928-2013): Nació en Pomabamba, Perú. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Lima y en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Desde entonces se vinculó al arte colombiano y realizó su primera muestra en Bogotá, en 1953. Durante toda la década de los años sesenta y hasta 1974, Villegas fue uno de los pintores abstractos que más expuso en el país. Sus presentaciones más importantes fueron: en 1962, en la Biblioteca Luis Ángel Arango; en 1966 en el Instituto de Arte Contemporáneo de Lima; en 1968 en la galería “El callejón” de Bogotá; en 1971 en la Biblioteca Luis Ángel Arango y en 1973 en la galería “El callejón” –témperas con muy claras referencias figurativas–.

Foto del artista peruano Armando Villegas realizada por Gonzalo Márquez Cristo

Su producción abstracta de entonces estuvo relacionada con el arte no figurativo de la segunda escuela de París y con el arte popular latinoamericano, en especial con los tejidos peruanos. Luego de practicar el automatismo sin temas preconcebidos, con sugerencias de la vida vegetal, de formas de animales y de fisonomías humanas, en una mezcla de expresionismo y surrealismo, Villegas llegó a una figuración que puede llamarse barroca y que entrevera personajes varios –guerreros, vírgenes– con manchas, texturas y muchas superposiciones que solo sugieren sin mayores identificaciones.

Y para cerrar con broche de oro, nuestro segundo artista invitado es: Manuel Hernández (1928-2014): Manuel Hernández surgió como pintor abstracto en los primeros sesenta. Antes había sido figurativo en la iniciación de su carrera a partir de 1950. De aquellos años se conservan algunos trabajos, incluyendo un mural y unos cuantos dibujos. Su vinculación al arte no figurativo no representó entonces ni un acto de inmadurez (el artista obtuvo en 1962 el primer premio en el XIII Salón Nacional con el óleo “Flores en blanco y rojo”) ni un gesto de moda. Antes de iniciar su producción característica, Hernández vivió y trabajó en Italia y Estados Unidos.

Cuando el artista fue a estos países ya había tomado la decisión de ser un pintor abstracto. Hernández no se interesó por el Pop o el Nuevo Realismo, sino que estudió la pintura abstracta de varios de sus principales representantes. Su inclinación fue precisa: ni geometrismo, ni expresionismo. Su estilo se estableció en el justo medio: aquel en el que el intelecto no domina totalmente a la emoción y en el que las formas y las composiciones resultan libres, aunque nunca incontroladas.

La obra de Hernández pertenece al mundo de la abstracción pura. El fondo de sus cuadros es neutro y solo alude a un espacio más o menos en profundidad; los signos que aparecen en él carecen de referencias y solo por prejuicios naturalistas alguien puede asociarlos a formas conocidas; finalmente, los colores son productos de muchas mezclas y evitan los tonos más frecuentes en el mundo material. Al confrontar las primeras pinturas abstractas de Hernández con las que ha realizado en los últimos años, las diferencias saltan a la vista. Al principio, los cuadros eran centrados y sobre una base rectangular o cuadrada se concentraban los signos que reforzaban la composición rectangular y una zona evidentemente céntrica.

A partir de los años sesenta desapareció la base geométrica central y los signos, dispuestos de muchas maneras, parecían flotar contra un fondo que pronto comenzó a verse como un receptáculo profundo. Al mismo tiempo, Hernández se volvió un mago del color. El espectáculo cromático se amplió; a veces los fondos son muy oscuros y sobre ellos rutilan los ocres, los rojizos o los violetas; en ocasiones los fondos son muy claros y sobre ellos los signos refulgen en colores contrastantes. Sobre todo, en años recientes se hizo evidente que Hernández es indisolublemente pintor y dibujante. Si sus pinturas sobresalen por el color, por las atmósferas, por las formas y signos de bordes imprecisos o pictóricos, sus dibujos se destacan por la rica variedad de elementos gráficos que manejan. Finalmente, no se puede olvidar que el artista fue un gran experimentador: hizo dibujos en papeles preparados por él mismo, realizó esculturas espaciales en alambre y en bronce y algunos murales, entre los que se destaca el mural al fresco “Signos y leyes” del edificio nuevo del Congreso de la República.

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Manuel HernándezArmando Villegas

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