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La U opina

Un regalo de navidad

Escrito por Yustin Varela

Era sábado 21 de diciembre del 2019, se aproximaba el 24 de diciembre para celebrar la navidad, cuando a la 1: 45 de la tarde, inicia un desfile de niño acompañados por sus madres, llegaban a la esquina de una pequeña casa construida con tablas y láminas de zin, a través de mi ventana, pude apreciar el gran gozo y alegría que cada uno de ellos reflejaba.

Cada madre llevaba en su mano una silla por lo que pude comprender que, sería larga la espera, al llegar a la humilde vivienda, ubicaban su silla en aquella calle polvorienta y pedregosa, pensé… ¿Qué será lo que ira acontecer allí? Pasaron varios minutos, y yo parecía estar estática en mi ventanal, pues era tan grande mi deseo, saber lo que allí iba a suceder; ¡la multitud, ya parecía una colonia de hormigas! Cuando de repente arribaban dos camionetas de alta gama, una inspiraba a la paz, la otra acabo con en un instante esa sensación, pues su color era lúgubre, ambas marca Toyota; ambas lograron atraer mi mirada.

Roseando a la multitud que se encontraba ávida, llegaron hasta el lugar las lujosas camionetas, posándose frente a las cientos de miradas latentes de cada uno de los pequeños, miré, como de la camioneta oscura, descendieron tres mujeres, de tez blanca, cabello negro largo, sin duda… eran muy atractivas, caminaron hacia aquel montón de niños que gritaban y saltaban de alegría por la llegada de ellas. Pero… aún no comprendía el porqué de sus reacciones. Seguí al pie de la venta de la sala de mi casa, observando todo lo que acontecía y, también, buscando la respuesta a mi pregunta; las tres damas se apresuraron a la camioneta blanca y llegando hasta ella, comenzaron a desajustar grandes nudos que sujetaban una gran capa negra, la cual tenía un parecido a una carpa para acampar, esta se encontraba en la zona de carga de la camioneta, una de ellas levantó la capa, y bajaron cajas medianas totalmente selladas, y la otra toma una bocina y por medio de ella comienza a ordenar a todas las personas que se encontraban allí, que se organizaran realizando una fila, todos se pusieron el marcha.

Las dos mujeres comenzaron a quitar la cinta que sellaba las cajas, y al ingresar su mano en la caja, salía una hermosa muñeca y un hermoso carro de juguete; el cual era entregado al pequeño que con rostro de alegría y manos ansiosas esperaba apoderarse del motivo por el que se encontraban ahí. ¡Me asombre tanto que mi piel se erizó de inmediato! La larga y regocijante fila seguía avanzando, como cual agua en su caudal, cuando de repente se estaciono un lujoso carro tipo convertible de color rojo pasión, del salió un hombre de gran altura, de piel blanca, con poco cabello y lentes oscuros; él llegó acompañado por el CTI (Cuerpo Técnico de Investigación) también un cuadrante de la Policía Nacional, por lo que pude maquinar que podría ser, el posible autor del motivo de alegría de todos esos niños.

Él tomó una gran bolsa de galletas que un joven trajo en una motocicleta, y destapándola se apresuró a repartirlas a todos aquellos pequeños.

Sentí el impulso de mirar detenidamente el lujoso carro de aquel hombre que repartía galletas, pude apreciar a través de los vidrios oscuros la silueta de una mujer, pensé que tal vez estaba errada o era un espejismo; entonces volteé hacia la gran zona de festejo ya a punto de culminar.

Se agotaron las galletas, y el hombre con gafas oscuras afirmaba con sus manos a las persona que se habían terminado, esperó unos minutos, viendo como las mujeres que se encontraban entregando los regalos a los niños finalizaban; mientras esto acontecía el hombre se acercó a su carro y de repente… Toco el vidrio de la puerta del lado izquierdo, yo mirando desde mi ventana y extrañada de lo que sucedía, observe como el vidrio comenzó a descender, ¡Era una joven¡ como de 18 años de edad, ella, recibió de aquel hombre las bolsas vacías de las galletas que había repartido.

Después de a ver visto esto entendí que no estaba teniendo alucinaciones, que sí estaba alguien resguardado en el interior del carro. Todo acabó, y las tres mujeres que entregaron los juguetes, se marcharon en la misma camioneta en la cual habían llegado, toda aquella multitud se iba escurriendo poco a poco, pero no con las manos vacías como habían llegado.El posible autor de esa obra de caridad, también subió a su ostentoso carro protegido por los dos organismos de la fuerza pública, y se alejó de aquel barrio humilde y polvoriento, pero… al mismo tiempo que se marchaba surgían unas nuevas pregunta en mi interior: ¿Quién era esa joven?, ¿Por qué no bajo del vehículo?, ¿Tal vez no quiso ensuciar sus delicadas y lujosas zapatillas en la áspera y seca arena del humilde barrio?

Bajo estas pregunta me despedí de mi ventanal, la cual fue mi cómplice esa tarde, me marché con mi corazón rebosante de alegría, por tanta felicidad que pudo apreciar, también con la esperanza de algún día hallar la respuesta a las preguntas que nacieron, la tarde de un regalo de navidad.

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