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Serpiente Naranja

Zenaida, la palenquera que inmortalizó a Ana Mercedes Hoyos

Escrito por Cristina Díaz @crisdiaz48

“Desde Cézanne, Negret, Picasso, Jawlensky, Zurbarán y Caravaggio
visualicé esta conjunción en ese platón de frutas, y me decidí a pintarlo
y a explorar un mundo que no conocía:
la población negra en Colombia a través de San Basilio de Palenque, descendientes de esclavos
emancipados que se refugiaron allí por 400 años (…).

La conciencia de nuestro pasado indígena, la conquista por los españoles
y la llegada de los esclavos de África
afianzan mi identidad. Soy colombiana,
y quiero transmitirlo a través de mi trabajo”,

escribió la misma María Mercedes Hoyos (El Tiempo)

Durante el año de 1961, Ana Mercedes Hoyos inició su carrera en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de los Andes, pero al poco tiempo se retiró para dedicarse por su cuenta, a la pintura. Empezó retratando la ciudad, su cotidianidad, los buses, las vallas, los cerros, el humo. Esa serie se llamó Puertas (1968). Luego hizo Ventanas, centrada en el paisaje representado a través de esa referencia arquitectónica.

Realizó una exposición tratando de encontrar solo las Atmósferas, un grupo de pinturas en el que los tonos se sintetizan hasta lograr unas piezas aparentemente monocromáticas, casi blancas. Por esta obra ganó el premio del XXXVII Salón Nacional de Artistas en 1978, lo que fue el inicio de su carrera internacional. En aquellos años ochenta, con las naturalezas muertas de Van Gogh, Jawlenski, Zurbarán y Caravaggio como referencia, Hoyos empezó a jugar con formas y volúmenes haciendo bodegones.

Viajó con su familia a las playas de Cartagena y conoció a Zenaida, la primera palenquera con la que entabló una amistad y la primera a quien representó en pinturas que marcaron un giro conceptual en su obra. La exposición de la Galería El Museo de Bogotá se centra en esa faceta de la producción de la artista.

Foto eltiempo.com

En la revista Arcadia, el artista Nicolás Gómez Echeverri relató ese encuentro con Zeneida así:

En los alrededores del mercado de Bazurto [Hoyos] divisó un objeto que revelaba absoluta coherencia con las pinturas que estaba realizando en aquel entonces, pero que, además, se le presentó como umbral para adentrarse en el entorno de vida, las costumbres, saberes y rituales de las comunidades afrodescendientes que habitan el lugar.

Aquel objeto era una palangana metálica circular, repleta de papayas, sandías y mangos, algunas cortadas, otras enteras, puestas cuidadosamente en equilibrio para no derribarse (…). Este fue el motivo para comenzar una estrecha amistad con Zenaida y otras mujeres nacidas y criadas en San Basilio de Palenque”. Revista Semana 2017

Foto eltiempo.com

San Basilio se convirtió en el principal objeto de investigación artística de Hoyos. La exposición muestra eso con pinturas y esculturas de las palanganas, las frutas, los cuchillos para partirlas, el círculo como figura geométrica protagónica, los colores estridentes, los brazos, las piernas y los rostros dignos de las corpulentas palenqueras, la identidad negra y la herencia esclava de un pueblo famoso por su dignidad y resistencia. Hoyos mediante los vestidos que las niñas y adolescentes nos trasladó a las procesiones de las fiestas de culto en San Basilio. Las figuras de esas niñas, delineadas con un fondo negro y los colores de los pliegues, recuerdan también la influencia pop en la obra de Hoyos.

Foto elespectador.com

Esos enormes acrílicos sobre lino enfatizan en los pliegues de las telas. Y los lazos, remiten a mecanismos sociales de dominio sobre el cuerpo. El nudo guarda la memoria de una comunidad que enfrentó la esclavitud por más de 150 años.

Foto jetset.com.co

Otra exposición emblemática fue la de Zaragoza, España, una exposición de 50 pinturas y dibujos. La muestra se llama “por el color hacia la conciencia”. Es una artista que vive con pasión entregada a su tiempo; una mujer luchadora y comprometida con las cuestiones universales que siempre han acompañado a la humanidad. La selección surgió de su afán por la recuperación étnica, que empezó veinticinco años atrás.

Foto Semana.com

Ella misma me dice: “Soy una recuperadora de la memoria de un pasado ignorado aunque existente, una politóloga, una documentalista de las costumbres y tradiciones de los palenqueros”. Al estudiar su trayectoria resalta el propósito y el sueño de libertad que hierve en su camino. El contenido de su obra nace en ella al viajar hacia su propia identidad, hacia los interrogantes del alma humana, hacia el gran desafío de conocerse a sí mismo que tiene todo artista. La artista pinta en sus cuadros situaciones cotidianas con el color del trópico como sinfonía. El ritmo mágico de formas y color teje un entramado de música viva que fluye detrás de la tela (sale de debajo de la cama, como diría ella).

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