Con versos y besotes se esculpe el felino

Escrito por Yarime Lobo Baute @YarimeLobo

Recordar es vivir y hay seres que como los valles parecieran perecer con la sequia pero cada primavera de abril cumplen como los años y florecen, resplandecientes, en medio de la montaña que de rocas enmarañada de palos secos emergen en un amarillo resplandeciente.

Me refiero a Lolita Acosta, así su humanidad se hubiese secado como aquellos árboles, emerge cual primavera de abril a recordarnos cuan vulnerables somos, pero la magia de lo que somos está en lo que damos a manos llenas a los demás.

Me adentro en los recuerdos que me prendan a ella y llega aquella noche en que me invitara a su verde jardín, entre bancas y mecedoras departíamos con seres semejantes entre los que recuerdo a María Elisa Dangond, Mateo Torres y Santander Durán Escalona.

De repente, Santander hace una revelación, manifiesta que Los Besotes más que un Cerro encierra en sí un gigante perfil Felino, sorprendidos ante su cuento, y como animales en suspenso, nos dirigimos atentos y corporales al sitio donde estaba su descubrimiento, en medio de papeles y fotos sentimos que las máscaras olivo-verdes que recubren aquel cerro de Besotes -que algunos le dicen Murillo- comienzan a decantarse, desdibujarse para dar fe a lo encontrado.

Santander, muy presto y juicioso, nos pasea tramo a tramo en su argumento, entre las hojas y fotos nos introduce en el perfil del Cerro que cual revelado se ilumina la figura ante nuestros ojos, prendándose en nuestras mentes: Efectivamente, se podía ver el perfil de un felino cuya silueta lo hace ver de costado cual si estuviese mirando de lateral y a su vez recibiendo luces del sol y luna posados en lo más alto del cielo.

Aquella noche cerró la historia de aquel cerro entre versos y guitarras, entre sentimientos y gestos que hacían mella de lo bueno y delicioso que es estar juntos y en armonía. Salí de allí prendada de su descubrimiento y zambullida en las lógicas del difícil equilibrio entre la sabiduría y la emoción para entender y aceptar lo que Santander Duran dijo hallar, mas allá de las lógicas, preferí pintar y escribir como mi manera de conciliar desde la Lírica y lo Abstracto aquel descubrimiento que desde mis ojos capté como “El Felino de los Valles de Upar”, como aquel ingrediente que en medio de los símbolos nos revela la única manera en que podemos hallar la tan anhelada Paz, les narraré cual cantante mis versos en colores y letras que dice así:

Ay nuestros valles

Si los mirares a tu derecha bañados en sangre

Enmarcados en su gran sirena esfinge de sus rebeldías

Ay mi Valle, tanta sangre bañó tus tierras

Sangre mucha inocente, otra no tanto

Pero, finalmente, liquido santo que nunca se debió de derramar.

Al centro la Esperanza, esos ríos de agua VIVA que limpian lo pasado,

Que renuevan los sembrados

Que convidan a la vida, a las siembras,

Volver a sembrar para finalmente recoger esos frutos de la buena cosecha

Que si miras a tu izquierda serán la única salida

La opción más segura para obtener la tan anhelada PAZ

Mediante el sincero amor y la unidad.

Y se llenarán nuevamente estos valles de cultivos

Pero esta vez serán cultivos diferentes que emergen de sequías

Se llenan de Luz y Color aquellos valles secos

Se cultivarán flores, flores de vida:

Se cultivarán los frutos del Espíritu que llaman Santo

Sembraremos todos juntos el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la bondad, fidelidad, mansedumbre y el dominio sobre sí.

Y en ese hermoso camino, cuando flaqueemos en el proceso y nos demos latigazos por eso, alzaremos los ojos al norte, miraremos el horizonte. Contemplaremos aquel Cerro de Murillo en toda su inmensidad, entendiendo que, así parezca imposible hacerlo, así pareciera de locos intentar sembrarlos (los frutos del bien llamado Espíritu Santo), nos recordará siempre que sólo será siendo esforzados, siendo humildes y valientes que lograremos tal osadía, exhortados dejaremos ya de latiguearnos para recibir la enseñanza: el Amor. Aquel amor que habremos de experimentar de todo lo omnisciente, omnipresente y omnipotente que arropa aquel Amor que debemos sentir por nuestros semejantes que no es otro que el amor que sentimos por nosotros mismos.

¡Se las dejo ahí!