¡El club de lectura para adolescentes hablará de novelas gráficas por Instagram!

A partir de agosto en la cuenta de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Instagram invitamos a los jóvenes a disfrutar de reels, frases de los libros, datos curiosos sobre los autores y participar en trivias y retos literarios, que acompañarán las sesiones de lectura y conversación que se llevarán a cabo el primer y tercer sábado del mes a las 5:00 p. m. ¡Nuestra invitación a los jóvenes a unirse a las conversaciones y a compartir su pasión lectora por Instagram!

 

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Una de las estrategias más potentes de la Biblioteca Luis Ángel Arango para fomentar la lectura entre el público juvenil ha sido la mediación a través de los clubes de lectura. Con una experiencia de más de diez años hemos reunidos a diversos grupos de jóvenes alrededor de interesantes libros que estimularon el deseo por abordar más textos y compartir la experiencia de lectura con otros.

El club de jóvenes lectores inició su andadura en 2009 con jóvenes a partir de los 13 años. El espacio se creó con el objetivo de compartir el gusto por la lectura y conversar sobre las obras elegidas desde el diálogo que se establece entre lector y texto.  Las experiencias han sido múltiples y significativas para muchos jóvenes que forman parte del club desde sus años de secundaria. Algunos nos acompañan ahora en la virtualidad desde otros países donde adelantan estudios de posgrado. La lectura compartida en la Blaa les ha permitido formarse como lectores críticos y las colecciones físicas y digitales han sido fundamentales para esto.

En 2019 la Blaa realizó un estudio de públicos dirigido a jóvenes entre 13 y 17 años con el fin de conocer sus gustos e intereses y crear programas exclusivos para ellos.  Los participantes de los grupos focales nos hablaron de sus lecturas preferidas, del interés por la escritura creativa y la construcción de contenidos en redes.  Atendiendo a los resultados de este estudio, desarrollamos en 2020 laboratorios de escritura y creación como el Diario del resguardo, un proyecto que nació en Barcelona con el fin de registrar cómo vivieron algunos jóvenes de diferentes lugares del mundo el confinamiento y cómo los libros, la música, la escritura y las redes sociales fueron una buena compañía durante este tiempo.

Así mismo, el año pasado iniciamos el club de lectura virtual para adolescentes. Leímos obras de autores colombianos como Francisco Montaña, Albeiro Echavarría o Gonzalo España a través de la plataforma Make Make de libros digitales, disponible en nuestros recursos electrónicos, a los cuales accedieron muchos jóvenes con su carné de afiliación o mediante el acceso de cortesía que la Blaa está ofreciendo desde el inicio de la pandemia. A partir de una lectura hipertextual  vinculamos los textos con la música, el cine y otras artes.  Estos espacios se enriquecieron con los encuentros virtuales que jóvenes de diferentes lugares del país disfrutaron con los autores de las obras leídas. La conversación sobre libros se extendió al laboratorio de narrativas visuales Booktubers Lab al que se unieron adolescentes de 13 a 18 años para recomendar algunos de los libros leídos en el club.

¿Qué leeremos durante este semestre?

¡Novelas gráficas!, que nos proponen formas de lectura diferente a las convencionales. Hablaremos de historias que se narran desde la imagen  y conjugan elementos gráficos cuidadosamente pensados para narrar una época, un tiempo o contexto. Algunas que invitan al lector a involucrar los sentidos en su propuesta digital, como es el caso de El edificio, del colombiano Jairo Buitrago y el argentino Daniel Rabanal, editada por Babel libros, una novela que recoge la historia de un barrio tradicional de Bogotá. A través de sus ilustraciones en blanco y negro recorreremos lugares emblemáticos de la ciudad, como la Estación de la Sábana y aquellos edificios que todavía existen y nos hablan del paso del tiempo y la decadencia del lugar.

En agosto leeremos Al sur de la Alameda, escrita por la chilena Lola Larra e ilustrada por Vicente Reinamontes, gandora de varios premios y elegida por el diario El país como la mejor novela juvenil. Los autores pusieron en diálogo dos lenguajes, texto narrativo e imagen gráfica, para hablar de un hecho histórico, como es el movimiento juvenil en Chile en 2006, al que se llamó la revolución pingüina. Los jóvenes marcharon a favor del derecho a la educación y en contra de la privatización del sistema educativo chileno impuesta durante la dictadura de Pinochet.

La historia se cuenta desde el punto de vista de Nicolás, uno de los personajes principales, quien escribe un diario sobre la toma de su colegio, pero también desde los elementos gráficos de la novela, como el color de las páginas, la organización de las viñetas y los planos. Todo un diálogo entre texto e imagen para  evidenciar “que no basta con la felicidad individual. Que el bien común es algo de lo que no podemos prescindir”, como lo expresa la autora en una entrevista.