Roberto Bolaño

“La literatura se parece mucho a las peleas de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái; pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tiene el valor sabiendo previamente que va a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura”. Roberto Bolaño

Durante el 2020 logramos asumir un reto entre amigos, leernos la obra de Roberto Bolaños, pensamos como sobrevivir a esta pandemia y la respuesta fue leer al gran autor de las novelas sin fronteras. La vida, su historia y su manera de sobrevivir como autor latinoamericano ayudó a crear historias que hablaban del aislamiento y la dislocación.

Bolaño experimentó la alienación en lo que respecta a su identidad. Los escritores españoles no lo consideraban español. Los escritores mexicanos no lo veían como un escritor mexicano y él no se consideraba un escritor chileno. Se consideraba un poeta de lengua española. Pensaba que era absurdo dividir la literatura en un mismo idioma por países porque la base de la literatura chilena estaba basada en el Quijote y Cervantes. Lo mismo ocurre con la mayor parte de la literatura latinoamericana.

Bolaño abandonó sus estudios cuando tenía 16 años, algo que puso a sus padres en un estado de ansiedad. Dijo: “Dejé la escuela porque quería ser escritor e iba a crear mi propio plan de estudios”. También afirmó que el plan de estudios no consistía solo en libros o bibliotecas, sino también en una forma de vida: la vida que tuvo que forjar como escritor.

Si hay una forma de describir la literatura de Roberto Bolaño es que aporta humanidad, sensibilidad al lector. Con esto queremos decir que la suma de las lecturas, circunstancias, obsesiones, contradicciones, pasiones, pérdidas, sueños y derrotas de Bolaño están incrustadas en su escritura. Pero es su humanidad, y a través de su perspectiva, lo que cautiva al lector.

Bolaño es conocido por no tener sentido de la nacionalidad. Afirmó en una entrevista que considera a sus hijos su tierra natal. Y puedes ver en sus novelas y poemas que hay una sombra siempre presente de alienación, soledad y desesperación.

Bolaño nació en Chile en 1953. Su padre era camionero y boxeador a tiempo parcial y su madre, maestra. Sus padres tuvieron una relación devastadora, separándose y volviendo a estar juntos la mayor parte del tiempo. Esto tuvo un impacto en Bolaño que era disléxico y tenía problemas en la escuela. Al principio, la adaptación no fue fácil para Bolaño. Describe en una entrevista que el primer día de clase fue desafiado a una pelea por un niño mexicano que era mucho más pequeño que él. Sabía que podía noquear al chico fácilmente, pero también sabía que, si lo hacía, todo el clan lo habría recuperado. Entonces, Bolaño reaccionó hábilmente llevando la pelea a un empate, y terminaron convirtiéndose en buenos amigos después de eso. Bolaño considera el evento como un “bautismo azteca”.

Sus padres nunca fueron grandes lectores y menciona las veces que sorprendió a su padre leyendo novelas de bolsillo de vaqueros y a su madre leyendo bestsellers. Entonces, se consideraba a sí mismo la oveja negra de su familia. La idea de mudarse a la Ciudad de México parecía una salida a sus problemas, un nuevo comienzo. Entonces, se mudaron a México cuando él tenía 14 años.

Tras unos años en México decide hacer una odisea a través de América Latina y regresar a su patria decidido a apoyar a las reformas del gobierno de Salvador Allende y para supervisar la situación del país, sin embargo, terminó siendo apresado por poco más de una semana por las fuerzas opositoras de Augusto Pinochet, esto hace que se retracte y regrese a México con el propósito de dedicarse de lleno a su carrera literaria.

En 1973, Bolaño salió de México y se dirigió a Chile para ayudar a construir la revolución apoyando al gobierno socialista democrático de Salvador Allende. El sucesor en el gobierno fue Augusto Pinochet, un extremo de extrema derecha que terminó teniendo una dictadura despiadada en Chile de 1973 a 1990. Pinochet fue conocido por perseguir a izquierdistas, socialistas y críticos políticos que resultaron en miles de ejecuciones, desapariciones forzadas, torturas y más de 80.000 gente encarcelada.

Bolaño se consideraba a sí mismo socialista, no comunista, pero solo había una rama comunista asociada con los revolucionarios. Describió la rama como muy desorganizada. Su primera misión consistió en andar en bicicleta por las calles vacías durante la toma de poder y espiar la casa de un derechista.

Describe la situación como poco heroica, a pesar de que estar allí y ser atrapado significaba la muerte. En una entrevista, Bolaño afirmó: “En lo que respecta a mi participación durante la toma de posesión del 11 de septiembre, no sé si quiero echarme a reír o llorar”.

Finalmente, Bolaño fue capturado por los militares y encarcelado. Después de ocho días de cautiverio, tuvo la suerte de encontrar a un viejo amigo de la escuela que trabajaba como uno de los guardias de seguridad. Escapó con la ayuda de sus amigos y regresó a México.

Ya en México, Bolaño se reuniría constantemente con el poeta Mario Santiago Papasquiaro y tras largas charlas y una gran amistad la idea llegan a la idea de querer fundar un movimiento de vanguardia, el Infrarrealismo. Este buscaba que sus integrantes destacaron por una libertad total en el lenguaje y en la expresión sin fronteras de sus integrantes, este también buscaba ser la contracultura de los mayores exponentes de literatura en México, personajes que consideraban privilegiados por el gobierno, siendo dueños de importantes editoriales o beneficiados del mismo dinero de el gobierno, tales como Octavio Paz, David Huerta o Carlos Monsivais, siendo repudiados por los miembros del movimiento.

Bolaño fue un famoso ladrón de libros durante su adolescencia en la Ciudad de México. Durante el comienzo de su carrera como escritor, solo escribió poesía, algo que consideraba bueno, pero lo más importante, lo que le interesaba era querer vivir como poeta. Ser poeta significaba ser revolucionario. Significaba estar completamente abierto a cualquier manifestación cultural, cualquier expresión sexual, drogas, cualquier cosa. Significaba formar parte de una hermandad universal. Algo que luego consideró completamente utópico.

Como escritor, pensó que para escribir cualquier cosa se necesitan muchos años de vida. Bolaño trabajó en casi todos los trabajos de bajo nivel que pudiera haber, excepto como prostituta o asesino a sueldo. Pero afirmó que no obtuvo ningún mérito por trabajar en esos trabajos y tampoco se convirtió en un escritor para la clase baja. Consideró su identidad como una de purista y original.

Sería a través de este movimiento donde Bolaño publicaría su primer trabajo titulado: Reinventar el amor. Un poema a 20 hojas publicado en 1976 que sigue los principios del infrarrealismo. Tras haber fundado este movimiento trabajarían en otras obras menores y dejarían el movimiento en pausa con la partida de Bolaño y Papasquiaro al extranjero.

Habiendo dejado atrás sus amistades en México, Bolaño viaja a Europa para establecerse en España empezando por trabajos diversos y mal pagados y poder trabajar después en concursos literarios. Durante esa difícil etapa este seguiría escribiendo en sus ratos libres y usando sus vivencias cotidianas como material para inspirar sus obras.

Pasaría por un par más de lugares hasta establecerse en Blanes en Cataluña donde viviría con su esposa Carolina y sus dos hijos dedicándose enteramente de nuevo a la escritura para buscar darle un mejor ingreso a su familia. Años más tarde sería diagnosticado con cáncer hepático por lo que Bolaño en lugar de preocuparse más por su salud se dedicó en cuerpo y alma en dejar un legado literario que le fue galardonado antes y después de su muerte.

La principal influencia literaria de Bolaño es el escritor argentino Jorge Luis Borges. Lo consideraba el centro del cañón de la literatura latinoamericana. Afirma que la cronología de los grandes escritores de la lengua española es la siguiente: Cervantes, Quevedo y Borges al fin. Dicho esto, Bolaño considera que esto es una tragedia para la literatura latinoamericana.

Su aclamada obra “Los detectives salvajes” un homenaje a su movimiento antes mencionado, esta es una obra en 3 actos en cuya primera parte la historia de un joven llamado Juan García Madero que tras conocer a los poetas Ulises Lima y Arturo Belano y una serie de eventos desafortunados deben emprender un viaje lleno de historias que van complementando el primer acto y dejan el panorama listo para su tercera parte, que en resumidas cuentas estos siguen emprendiendo su viaje al norte de México buscando a una misteriosa escritora que se desconoce su paradero.

Otro de sus trabajos mejor conocidos es “2666” una de sus tantas novelas póstumas, en esta se nos cuentan diferentes historias entrelazadas por la ciudad ficticia de Santa Teresa donde convergen la mayor parte de sus personajes y el asesinato de mujeres que ha ocurrido en el lugar, suceso basado en la horrible situación que vivió Ciudad Juárez entre 1993 y 1997 de donde se basa este argumento. Una obra que busca exponer la realidad de una situación en contexto ficticio dando una imagen realista y fría de las décadas por venir.

Por último, es a bien mencionar otras de sus grandes obras:

• La senda de los elefantes, 1983.
• La pista de hielo, 1993.
• La literatura nazi en America, 1996.
• Estrella distante, 1996.
• Llamadas telefónicas, 1997.
• Amuleto, 1999.

Es así como aquí en Expresión Naranja he querido hacer un pequeño homenaje a una de las almas libres de Latinoamérica que se dio a conocer por méritos propios incluso cuando esto significaba ir contra el sistema o vivir al día. Una influyente figura en la libertad literaria y un gran poeta que, con todo su esfuerzo en sus últimos años, pudo dejar aquel legado que tanto buscaba, y así como él escribió: “Interpretamos la vida en los momentos de máxima desesperación”.

Bolaño pensó que escribir poesía es una de las cosas más difíciles que se pueden hacer. Por supuesto, esto significa escribir buena poesía. Y así, en el panorama poético, de mil poetas, solo hay dos reales, pensó. Del mismo modo, Bolaño creía que los escritores de hoy creen que su trabajo resistirá la prueba del tiempo. Que se volverán inmortales. Pero esto, creía, era una completa ignorancia con respecto a la historia de la literatura.

Afirmó que desde 1910 solo hay uno o dos escritores chilenos que podrían ser reconocidos, y eso abarca más de cien años de miles de poetas publicando su obra. Bolaño pensaba que la literatura era extremadamente cruel, como un matadero. Pensó que es un juego de estadísticas, ya que de una buena generación literaria solo sobrevivieron dos o tres escritores.

“Mario Santiago fue mi mejor amigo, mi mejor amigo lejos. Era un ser rarísimo. En realidad parecía haber bajado de un ovni hacía un par de días. Era un lector empedernido y tenía cosas tan extrañas como meterse a la ducha y seguir leyendo.

Y lo peor es que lo que leía eran mis libros”.  Roberto Bolaño